Por: Ariel Ávila, subdirector – Pares
Voy a escribir sobre un tema que a la gran mayoría de la sociedad colombiana poco le importa o que, mejor, es poco taquillero pero central para el futuro colombiano: las negociaciones de paz entre el Estado y el ELN. Es un tema que genera muchas pasiones y en pocas ocasiones se piensa con cabeza fría. Aquí vamos a intentar un análisis objetivo y que se abstraiga de los debates irracionales.
Se debe decir que la negociación de paz con el ELN es fundamental y la necesita el país, la razón no es un tema de equilibrios militares, sino más bien de la necesidad de terminar con la justificación política de la violencia. Colombia necesita un punto cero, una línea clara que divida la historia del país en dos, un ‘no más’. Obviamente una posible firma de acuerdo con el ELN no va a acabar la violencia, seguiremos teniendo estructuras criminales, pero ya no habrá conflicto armado político, nadie podrá justificar políticamente la violencia. Tal vez esto para muchos no signifique mayor cosa, pero en algunos años se entenderá que con esa firma es como si Colombia avanzar una siglo completo.
Ahora bien, varios hechos han puesto esta negociación en una encrucijada complicada. Valdría la pena mencionar tres. Por un lado, los altos niveles de incumplimientos del Estado colombiano en el proceso de paz con las FARC han radicalizado a sectores del ELN. Por ello, la idea de la negociación no es como la de las FARC, según la cual “nada estaba acordado hasta que todo estuviera acordado”. Con el ELN la cosa será distinta, a medida que se va acordando se va implementando y cuando la implementación avance se va dando la dejación de armas. Eso significa que tendrían que pasar dos años de negociación y de ahí en adelante comenzar a implementarse para que este proceso de dejación de armas no coincida de forma inmediata con el calendario electoral del 2022.
El otro es un punto complicado con dos temas que quedaron como parte de la negociación. El tema del secuestro quedó en la agenda, pero no es prerrequisito la liberación de secuestrados para avanzar en la mesa. Ahora, el gobierno ha dicho que necesita la liberación de todos los secuestrados para seguir y, si bien eso es legítimo y necesario para la sociedad, lo cierto es que desde el punto de vista del acuerdo es una negociación entre dos partes y no una concesión unilateral. Además, también es claro en la agenda que no hay concesiones unilaterales y todo es bilateral. Hay que encontrar un punto medio: por ejemplo, la liberación de una parte de los secuestrados de forma inmediata y la otra parte en un tiempo de tres meses.
Un último tema que ha puesto la negociación en jaque tiene que ver con el contexto internacional. Venezuela actualmente es país garante de las conversaciones y parece necesario que salga de esa figura. Así, por ejemplo, España podría cumplir ese papel y el próximo ciclo de negociaciones podría darse en México, con ello se mejorarían las condiciones del diálogo. Además, se dejarían tranquilas a ambas partes.
Muchos debates y poca cabeza fría es lo que se ve en esta discusión. Para aquellos que queremos la paz es necesario encontrar salidas viables para las dos partes de la mesa y acabar con las posiciones extremas, que poco ayudan a la construcción y viabilidad del diálogo. Las próximas horas serán determinantes para resolver si hay futuro en la mesa.
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