Por: Laura Cano Periodista Pares
Esta semana terminó de quedar claro el juego político al que le está apostando Iván Duque, en la actual crisis que enfrenta, ante el malestar e inconformidad que ha llevado a las y los ciudadanos a las calles por más de dos semanas seguidas.
La crisis no es nueva, así como tampoco lo es la imagen desfavorable del Presidente. Esto ha quedado evidenciado en encuestas como la publicada en abril por Guarumo-Ecoanalítica, en la que se indicaba que, entre finales de febrero y principios de marzo, la imagen desfavorable de Duque se ubicaba en el 34,5%. Es decir, había caído un poco más de 16 puntos porcentuales en relación con la encuesta correspondiente al periodo anterior.
A esto se suma que poco avanzan los diálogos con el Comité del Paro, el cual se reunió hoy de nuevo con el mandatario y, aunque aún no se sabe si se llegará a algún acuerdo, todo parecería indicar que Duque está lejos de ceder y dar viabilidad al pliego de peticiones. Aunque claro, hay que señalar que la presión de la gente en las calles ha permitido lograr cosas como el retiro de la reforma tributaria y, más recientemente, el de la reforma a la salud.
Ahora, a este panorama se suma una repartija burocrática que Iván Duque está haciendo para renovar su gabinete: en los últimos días han entrado caras conocidas de su espectro político, demostrando una vez más la negativa en ampliar la coalición de Gobierno. Esto ya había quedado demostrado en ocasiones anteriores cuando, por ejemplo, enfocó sus esfuerzos en entregar la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República a Carlos Camargo, Margarita Cabello y Carlos Felipe Córdoba, respectivamente (todas estas personas afines al Gobierno).
Hoy, otra vez, el fortín político parece ser el que mueve las decisiones en la Casa Nariño, pues en los últimos días se han dado cambios como el de Marta Lucía Ramírez, que pasó de la vicepresidencia a la Cancillería, además de la entrada de María Ximena Lombana al Ministerio de Comercio.
Por un lado, el nuevo cargo de Ramírez da un giro al panorama electoral de la derecha, pues ella era, quizá, la candidata con más puntos ganados con miras a las elecciones presidenciales de 2022. Esto implica que, de nuevo, el partido Conservador no tendrá un candidato para este cargo, situación que se viene repitiendo, por lo menos, desde 1998 cuando el candidato fue Andrés Pastrana. Además, esta es una señal de que la derecha podría quedar en un escenario poco favorable para lo que será la carrera presidencial.
Por otra parte, el nombramiento de María Ximena Lombana en el Ministerio de Comercio, en reemplazo José Manuel Restrepo —quien pasó al Ministerio de Hacienda tras la salida de Alberto Carrasquilla—, sigue demostrando esa la alineación partidista que ha resaltado en la gestión de Iván Duque.
Así las cosas, hay que recordar que María Ximena Lombana —quien es egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad del Rosario, con maestría en Derecho de Negocios Internacionales del Washington College of Law American University, y otra en Derecho Comercial, de la Universidad de París II— es además hermana de Jaime Lombana, abogado de Álvaro Uribe Vélez y sindicado de manipulación de testigos y fraude procesal. Adicionalmente, hay que recordar que Jaime Lombana, en medio de este proceso que ha enfrentado el expresidente, también ha estado involucrado en una indagación en el Consejo Superior de la Judicatura y ha sido denunciado en la Fiscalía por su presunta participación en la gestión de falsos testigos.
Esteban Salazar, coordinador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad de Pares, señaló que, “a pesar de su hoja de vida, Lombana no tiene mérito para ocupar este cargo. En principio, no se puede esperar ningún cambio positivo en las políticas de comercio en el país. Este nombramiento parece un descarte para premiar a la hermana del abogado de Uribe. Todo indicaría que es una estrategia de Duque el dar esta cartera ministerial para seguir mostrando su respaldo a Uribe”.
Pero a esto se agrega otra lectura que, además, daría luces sobre cómo el partido Cambio Radical se está viendo beneficiado con toda la repartija ministerial, pues como explica Ariel Ávila, “Lombana ha trabajado de la mano de Vargas Lleras, y seguramente ese nombramiento estuvo muy mediado por la presión de él”.
Asimismo, el analista y subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación explica que esta “mermelada” que está repartiendo Iván Duque hace parte de un intento para evitar perder simpatizantes. Y, en ese sentido, Cambio Radical se está favoreciendo, pues además de tener dentro del gabinete a Karen Abudinen, actual ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, y a Fernando Ruíz, ministro de Salud, ahora se “les agrega la ministra de Comercio, y es posible que le den el Ministerio del Deporte en las próximas horas a este mismo partido”.
Hay que mencionar que, justamente en las últimas horas, se conoció que Ernesto Lucena dejará su cargo como ministro del Deporte luego de estar allí desde septiembre de 2019, tras la disolución de Coldeportes, entidad de la que era presidente. “Cuando esto pasa es porque los funcionarios no encuentran un respaldo por parte del presidente para poder continuar con su labor. Lo que es peor, pues Duque ni siquiera tiene la legitimidad para dar órdenes y mantener un gabinete”, agregó Esteban Salazar.
Otro de los partidos que están recibiendo favorablemente esta reconfiguración política es el Partido Conservador, que tiene el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, y que, además, desde hace un par de días también tiene la Cancillería. Este panorama, sumado a lo que podrían ser los cambios de las y los embajadores, resulta preocupante de cara a la posibilidad de solucionar la crisis actual que vive el país. Pareciese que desde el Gobierno se estuviesen dando cargos a través de favores políticos y no como resultado de un estudio juicioso de quiénes son las o los más adecuados y preparados para este tipo de responsabilidades.
Las consecuencias de la alineación política de Duque
Frente a todo esto, Esteban Salazar menciona que hay un alto riesgo “de fracaso de la política de seguridad, de protección de derechos humanos, de la política social, de justicia y tributaria. Además, muchos de esos nombramientos que se han venido haciendo, en su mayoría, venían de trabajar con Uribe, pero más allá de eso no tienen mayor mérito, trayectoria o trascendencia en los cargos que entran a ocupar”.
Adicionalmente, esta alineación política también se puede ver desde otras perspectivas. Como lo señala Ariel Ávila, estas tendrían que ver con la poca intención de negociar de Iván Duque en el contexto actual del país, en donde el estallido social, reflejado en la protesta social, ha hecho visible la poca aprobación de su gestión en la presidencia. Y ahora envía un mensaje claro con estos nombramientos: hacer todo lo contrario a lo que demanda la ciudadanía. Todo esto atravesado por una política represiva y de judicialización a las y los protestantes, lo que genera una nueva tensión estratégica para vender la idea de miedo a quienes salen a las calles, buscando así lo que sería un desgaste del paro nacional.
Hoy el mapa político está erosionado y, a su vez, Iván Duque continúa en una seguidilla de acciones que generan más rechazo que aprobación, incluso desde sectores donde tenía apoyo. Ahora, vale la pena cuestionarse: si la repartija política está tan abiertamente dada, ¿cuál será la próxima jugada del presidente?
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