Por: Alejandro Restrepo, Naryi Vargas, Carlos Montoya Cely y Ariel Ávila – Pares
En la costa Pacífica de Nariño, especialmente en Tumaco, la disputa entre grupos armados ilegales por hacerse al control territorial y a la cadena del narcotráfico, tras la salida de las FARC, ha construido lógicas rurales y urbanas signadas por la violencia. Según fuentes locales, desde Llorente, La Guayacana y hacia el sur, atravesando el Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera hasta el Río Mataje, el Frente Óliver Sinisterra es quien manda. Sin embargo, en medios de comunicación se ha reiterado que esa zona está bajo el mando de alias ‘Guacho’, particularmente desde el señalamiento del Ministerio de Defensa como responsable de la masacre de El Tandil. Lo cierto es que en Tumaco, al ‘Guacho’ lo consideran un testaferro del Cartel de Sinaloa, quienes ejercen el poder sobre el narcotráfico y el cultivo.
Por otra parte, las fuentes en territorio coinciden en que ‘Guacho’ y otros hombres del Frente Óliver Sinisterra asesinan de manera indiscriminada sin “razón alguna”. Incluso, se asegura que el exceso de licor en las fiestas de los grupos armados ha derivado en el asesinato de personas que cruzaban por los lugares o que corrieron con la mala suerte de encontrarse en el mismo espacio. Esta información fue recolectada durante los primeros seis meses de 2018. Recientemente, habitantes de la región coinciden en que ‘Guacho’ ha estado desplazándose hacia el norte y que fue visto en Timbiquí.
Si bien el accionar violento del Frente Óliver Sinisterra muchas veces es impredecible, algunas acciones parecen tener altos grados de sofisticación, coordinación e inteligencia. Por ejemplo, el asesinato de los tres funcionarios del CTI a principios del mes de julio de 2018 en la vía a la altura de La Guayacana, parece indicar que el grupo armado había hecho labor de inteligencia y que sabía exactamente quiénes estaban en las camionetas. De hecho, se presume que el objetivo de esta emboscada era un fiscal que estaba trabajando sobre investigaciones relacionadas con las acciones de esta estructura criminal.
Mientras tanto, en la cabecera municipal de Tumaco, combos y pandillas se disputan el control de los barrios apoyados por grandes grupos armados ilegales como las AGC, Guerrillas Unidas del Pacífico y Gente de Orden. Según funcionarios locales, solo en Tumaco se han identificado 14 estructuras armadas ilegales asociadas a la cadena de producción y distribución del narcotráfico y del microtráfico, siendo las mencionadas las que controlan más del 90% del negocio junto con el Óliver Sinisterra.
Para el caso de la cordillera del departamento de Nariño, compuesta por los municipios de Policarpa, Cumbitara, El Rosario, Leiva y Taminango, la preocupación de los funcionarios consiste en el fortalecimiento de las AGC y la consolidación del Frente Stiven González, compuesto, en gran medida, por excombatientes de las extintas FARC. En Policarpa, por ejemplo, las AGC han venido fortaleciéndose de manera acelerada al mando de alias ‘La Monja’ y ‘El boquinche’. De esta primera se dice que es muy reconocida en la región debido a que hizo parte de “Los Rastrojos”. Según fuentes institucionales, las AGC tienen cerca de 90 hombres armados y uniformados; también tienen redes de milicias y campaneros que ofrecen servicios de seguridad para el tráfico de pasta y clorhidrato y para el control de la minería ilegal.
La reciente presencia de las AGC en el territorio ha generado un aumento vertiginoso en la extorsión. Una persona entrevistada afirmó que “…al señor de las gallinas le piden 10 gallinas cada viaje…”, otra persona afirmó que las extorsiones eran tan altas y absurdas que el único propósito de realizarlas era que la gente abandonara sus tierras por no poderlas cumplir, lo cual recuerda en la población el accionar del paramilitarismo. Según un funcionario de la región, existe una especie de nostalgia por la salida de las FARC de estos municipios: “La gente pide que lleguen las FARC para que los proteja… los que asesinaron tanto fueron los paramilitares, las FARC los protegían. Desde que las FARC se fueron ya no respetan. Una niña de 15 años fue violada, torturada y botada entre Policarpa y Cumbitara”, este hecho sucedió, según la persona entrevistada, hace poco más de un mes.
El Frente Stiven González, al mando de “Andrés” y “Zábalo”, quien hizo parte del proceso de reincorporación en la ZVTN de Madrigal, ha consolidado su presencia especialmente en Rosario y Leiva y el sur del Cauca hacia Patía. Según fuentes locales, este grupo tendría relaciones de subordinación con la denominada disidencia del Frente 7, bajo el mando de alias ‘Gentil Duarte’. En esta subregión también tiene presencia el ELN, sin embargo, todas las fuentes consultadas afirmaron que tenían un bajo perfil y que este grupo no estaba influyendo en el aumento de violaciones al DD. HH.
La connivencia de la Fuerza Pública y grupos armados ilegales es un elemento reiterativo y, quizá, el más preocupante. En Tumaco, las personas se preguntan de qué manera es posible que ‘Guacho’ siga libre si, hasta junio de 2018, aseguraban que “todos lo ven en Llorente, se emborracha y sus guardaespaldas lo sacan alzado”. Según algunas personas es difícil comprender cómo todos conocían su paradero y su forma de actuar, menos la inteligencia militar y policial. Asimismo, se preguntan por qué razón pudieron asesinar a los funcionarios del CTI si previo a este evento estaban las caravanas y muchos hombres disparando al aire, ¿no existía avanzada ni inteligencia para el desplazamiento de estos funcionarios?
Para el caso de Policarpa, subregión de la cordillera, las fuentes confirmaron que miembros de las AGC y del Ejército compartían espacios nocturnos. Incluso, algunas personas aseguraron que las AGC repartían “coimas” a los miembros del Ejército. La situación ha sido tan compleja que ha obligado a realizar requerimientos de cambio de personal, sin embargo, estas medidas no han tenido ningún impacto sobre estas relaciones, por lo cual, se cree que funcionarios medios podrían tener relación con estos acontecimientos. A propósito de este asunto, algunas personas han manifestado que la presencia de pie de fuerza es insuficiente para contener la amenaza, por lo cual la única opción que tendrían los funcionarios de la fuerza pública sería aceptar las condiciones que imponen los grupos armados ilegales, en este caso las AGC.
Así las cosas, el Pacífico Sur se encuentra en una compleja situación de seguridad atravesada, especialmente, por el narcotráfico y por la posible connivencia entre institucionalidad y grupos armados ilegales, lo que impide que las acciones sean contundentes.
La extensión de cultivos de coca viene en aumento. Según funcionarios, el nuevo informe de SIMCI para el 2017, aún no publicado, registrará la alarmante cifra de 55.000 Hectáreas de coca para el departamento de Nariño y, sólo el municipio de Tumaco, tendría 30.000, 7.000 más que el año anterior. Adicionalmente, los cultivos de amapola han aumentado significativamente en los municipios de Túquerres y Cumbal, llegando a la cifra de 5.000 Hectáreas.
Por otra parte, el anuncio del gobierno de retomar la aspersión aérea con glifosato por medio de drones ha generado un ambiente de zozobra que, en palabras de las personas, profundizaría el problema, pues esta experiencia no es nueva en el departamento y ya fracasó. Según un habitante de Policarpa: “…las avionetas destrozaron la comida de las familias, quemaron todo, como si hubiera sido un incendio, era un desierto…”, fue tal el impacto del glifosato que se afectó de manera grave la flora y la fauna, también las fuentes hídricas, afectando la capacidad del municipio de dotar los hogares de agua potable. Adicionalmente, niñas y niños nacieron con malformaciones derivadas del químico.
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