Por: Esteban Salazar Giraldo, Investigador Democracia y gobernabilidad
Durante 3 años le he hecho seguimiento a las redes políticas en algunos departamentos del país, su modus operandi y sus resultados. Sin duda alguna, estas elecciones marcaron una diferencia sobre el análisis de estas variables. Sus transformaciones reflejan la necesidad de cuestionar la forma de hacer política. El mejor ejemplo para entender la complejidad de la dinámica clientelista y de poderes subnacionales es la candidatura de Germán Vargas Lleras. Aunque esto no significa que los demás candidatos no hagan uso de estas prácticas.
La trayectoria de Vargas Lleras en la política del país ha sido toda una escuela tanto en los cargos que ha ocupado: desde concejal, senador y actual candidato a la presidencia; como en las transformaciones de sus estrategias políticas por la carrera a la casa de Nariño. Un dato curioso es que Vargas puso su propia vara en la cantidad de votos por los que fue reelegido senador en 2002 con 210.499, fue el congresista más votado de la historia del país. Y luego, en 2006 con 223.330 votos, obteniendo el mismo título. Esta vara no había sido probada hasta las pasadas elecciones del 11 marzo, cuando el senador Álvaro Uribe alcanzó los 875,554 votos y Antanas Mockus 540,783 votos, configurándose, ambos, por mucho, como los nuevos senadores más votados de la historia de Colombia.
Hace 10 años Vargas Lleras figuraba en la vida política como un líder de opinión. De hecho, su capital político se debía en gran medida a eso. Lo que sucedió después de fundar el partido Cambio Radical, fue que la competencia electoral se configuró a partir de la política tradicional, las maquinarias, el clientelismo y el aval a personajes mafiosos: como el caso de Kiko Gómez y Oneida Pinto en La Guajira. En suma, Vargas Lleras sacrificó la opinión por esa política corrupta, y hoy el país, luego de haber salido del letargo del conflicto armado con las FARC, se lo cobra.
En las encuestas Vargas Lleras no despegó. Se llegó a rumorar que sus mayores aliados, los Char en Barranquilla, se irían con Iván Duque. Los mismos copartidarios se fueron a coquetearle a las huestes uribistas. Y en este momento, Vargas no es un candidato realmente fuerte. Si Vargas perdió el voto de opinión y sus aliados dudan sobre sus posibilidades ¿Dónde están las maquinarias?
Yo llevo particularmente estudiando los casos más complejos sobre la famosa mermelada y el funcionamiento de la corrupción en territorios afectados por este flagelo como Córdoba, Valle del Cauca, Antioquia y La Guajira; y desde mi percepción, las maquinarias no son las mismas de hace 4 años. En 2014 existía Odebrecht, se repartió mermelada para la reelección de Juan Manuel Santos y se hicieron alianzas perversas para alcanzar la Presidencia. Hoy, el escenario es austero. El país se encuentra en una crisis económica aguda que también afectó las maquinarias. Si en 2014 se compraban votos a 150 mil por persona, 1 millón de pesos por líder barrial y 30 millones de pesos por concejal; en estas elecciones el flujo de caja no existe, muchas tiendas electorales se cerraron y varios caciques políticos se fueron a la cárcel.
El escenario electoral hace 4 años estuvo adornado por conciertos, fiestas e invitaciones de personajes con nombres rimbombantes, pero todo eso dejó de suceder desde las elecciones legislativas de 2018, cuando la competencia entre las maquinarias llegó a tal punto, que en algunas regiones los compradores de votos tuvieron que compartir las planillas entre los partidos con los nombres que le daban los líderes para que no les cobraran lo mismo a todos. En otras palabras, el nivel de corrupción llegó a tal punto, que entre algunas campañas tuvieron que cuidarse de la corrupción de los electores. El hijo se les creció más de lo que pensaban.
Las diferencias promedio de las últimas encuestas entre Duque y Vargas Lleras, y Petro y Vargas Lleras, llegan a los 20 puntos porcentuales desfavoreciendo a Vargas. El coscorrón y su actitud grosera con la gente quedó fielmente reflejado ahí. Aunque muchos creen que estas diferencias pueden ser superadas con la maquinaria, lo cierto es que no se ha demostrado que este mecanismo alcance, en primera vuelta, a reducir una brecha tan abrupta. La ciudadanía, luego del proceso de paz, se dio cuenta de que el problema real de este país es la corrupción, que los políticos ya no pueden sobrevivir a punta de maquinarias y aprovecharse de la miseria de la gente.
Ni qué decir del camaleón religioso de Iván Duque, quien aparece arrodillado por la mañana en la iglesia católica y por la tarde está siendo ungido por los cristianos.
Así que, señor lector, si usted es de los que cree que la maquinaria no va a salvar a Vargas Lleras porque este país merece algo mejor que él y Duque, lo invito a que vote este domingo por las candidaturas que pueden hacer un cambio: Fajardo, Petro o De la Calle. Tal vez así, a futuro, el país pueda responder a la pregunta diciendo “Ya no existen las maquinarias”.
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