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Cuando José Obdulio Gaviria enfureció en El Tiempo porque compararon a Uribe con Fujimori

Foto del escritor: Redacción Pares Redacción Pares

Por: Redacción Pares



Foto tomada de: Aristegui Noticias



En el año 2003 nadie tenía más poder en los medios de comunicación que José Obdulio. La comparación con Joseph Goebbels el ministro de propaganda del III Reich puede sonar un poco excesiva pero nadie dudaba que era el gran ideólogo de ese gobierno que duró ocho años. Tenía además una tribuna en el El Tiempo desde donde defenestraba a los opositores. A Claudia López, entonces joven investigadora de la fundación Nuevo Arco Iris, la llamó La Torquemada del Siglo XXI por sus investigaciones sobre la parapolítica en Antioquia. Persiguió, hasta obligarles a cerrar la revista Cambio, a Rodrigo Pardo y a Patricia Lara.


Todo lo que oliera a antiuribismo olía por lo mismo a guerrilla. A pesar de que en ese momento Uribe tenía más del 70% de favorabilidad, aún habían valientes que decidían hacer oposición, una de ellas era Maria Emma Wills, catedrática, feminista, espíritu libre, quien se atrevió en el año 2003 una columna en el periódico UN titulada “Los consejos del Presidente” En donde cuestionaba estos actos evidentemente populistas que desperdigaba Uribe por todo el país para esparcir su “Seguridad Democrática” y lo comparaba con Alberto Fujimori, sobre el que ya pesaban los señalamientos de abusos de derechos humanos en su lucha contra el terrorismo que después se convertirían en condenas, y lanzaba dardos como estos: “como Fujimori, Uribe parece desconfiar profundamente de los partidos y de las instituciones de la democracia representativa". Luego le advertía al país los excesos que amenazarían las libertades y las instituciones en el país que se transformarían en la violación a la Constitución que le permitiría reelegirse en el 2006.


Así que, ante esta columna, José Obdulio se remangó y publicó en el El Tiempo una columna titulada Álvaro Uribe, un Fujimori. Con bríos Gaviria, quien fue muy cercano -algunos dicen que hasta la militancia- en grupos subversivos en los años setenta, afirmaba que el pensamiento político de Uribe no empezó en el Perú ni en Venezuela sino en Colombia.


Lo encumbraba y lo ponía al lado de figuras históricas como Rafael Uribe Uribe, Simón Bolívar o Gerardo Molina. Pero más allá, Gaviria, en un amor ciego que lo sigue atormentando, compara estos consejos comunales con los que hacía Rousseau en el siglo XVIII. Por eso a José Obdulio le parecía un despropósito por parte de la profesora Wills que sugiriera que Uribe, como Fujimori, terminaría siendo un dictador. En un aparte de la columna Gaviria se suelta y dice lo siguiente:  “¿Cómo puede hacerse comparación mecánica entre un líder formado en la democracia y el antitotalitarismo, con un vecino que apenas si conocía de lejos un partido y cuyos referentes eran el Imperio del Sol Naciente o las dictaduras militares? Decir que Uribe, como Fujimori, desconfía profundamente de los partidos y de las instituciones representativas no es una crítica; es una afirmación panfletaria, medio insensata, que merecería inclusión en cierto libro de Paul Tabori, de cuyo título no quiero acordarme -o, para ser sincero, cuyo título no quiero citar”.


Fujimori acaba de morir en Perú, condenado, señalado pero también amado. Aún hay personas influyentes que afirman que fue el presidente más importante de ese país. Lo que no se puede olvidar es que, así no lo reconozca Gaviria, hubo un momento en que Latinoamérica veía en los arrebatos autoritarios de Uribe, claros visos fujimoristas. Y había gente a la que le gustaba. Paz en su tumba.

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