Por: Lina Gaitán Mateus. Investigadora Pares.
Las lideresas sociales y defensoras de Derechos Humanos en Colombia no solo se enfrentan a las violencias que los actores armados focalizan contra esta población, sino que enfrentan violencias estructurales contra las mujeres. De hecho, las voces de las mujeres son escuchadas en los territorios sólo cuando ejercen algún rol social, como si el ser ciudadanas no fuese suficiente para que el Estado y sus instituciones atienda sus demandas.
La plataforma EICOS, a través de la organización CORPOHUMADEA, se focaliza en el acompañamiento a los proyectos de mujeres en la región del Guayabero y el departamento del Meta. Quienes la conforman han tenido que crear espacios en los que puedan tramitar las cargas emocionales de su labor social, pues la experiencia les ha enseñado que su vocación hacia la comunidad no pude llevarlas a sobrecargarse emocionalmente.
A través del trabajo comunitario y el autoaprendizaje han buscado maneras de sanar las heridas de quienes integran sus organizaciones, pues como dice Miryam Moreno, lideresa del Meta e integrante de esta plataforma:
“Uno no borra lo que le hizo daño, pero por lo menos puede hacer que le duela menos […] en últimas lo que le queda a uno como mujer es el haber podido hacer un proceso de sanación uno mismo”.
A través del relato de Miryam, PARES explora las situaciones a las que se enfrentan en medio de la pandemia aquellas mujeres que han decidido aportar desde su trabajo a las comunidades. Las líneas presentadas a continuación contienen el sentir de Miryam pues son, en gran medida, la transcripción literal de sus respuestas.
Pares: A partir de la experiencia que EICOS y CORPOHUMADEA han tenido en la habitabilidad y defensa del territorio ¿Qué lectura tienen actualmente de la reconfiguración de grupos armados en la región y qué impacto podría tener este fenómeno dentro de sus comunidades?
“Sabemos que en la región del Guayabero tienen presencia las disidencias, los grupos conformados por quienes se han distanciado del proceso, quienes no se acogieron o quienes se acogieron y se devolvieron. También tenemos conocimiento de la presencia de los grupos paramilitares que siempre han estado, que nunca se fueron, ni siquiera cuando tuvo lugar el proceso de Justicia y Paz; esos grupos se quedaron en el territorio y actualmente están reconfigurándose para fortalecer su control.
“Nuestras lecturas territoriales señalan que la gente que había erradicado ha vuelto a sembrar porque, en algunos casos es la única manera de supervivencia, y en otros casos los grupos que se sustenta de esas economías ilícitas los obligan a sembrar debido a que ostentan el control territorial.«
De esos actores paramilitares, sabemos que en Vista Hermosa tienen presencia Los Puntilleros, que han sido la reconfiguración de las Águilas Negras, las Autodefensas Unidas de Colombia, y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, pero a la vez ese último grupo también está aquí. Aunque son más fuertes en algunos municipios, están en toda la región. Adicionalmente, la Fuerza Pública se ha fortalecido porque ha vuelto a tener más presencia en la región”.
Pares: Entendiendo que la presencia de estos grupos armados representa una amenaza para las comunidades ¿a qué tipo de vulneraciones y agresiones podrían enfrentarse las poblaciones y habitantes del territorio si este fenómeno sigue escalando dentro de la región?
“Nuestras lecturas territoriales señalan que la gente que había erradicado ha vuelto a sembrar porque, en algunos casos es la única manera de supervivencia, y en otros casos los grupos que se sustenta de esas economías ilícitas los obligan a sembrar debido a que ostentan el control territorial.
Si usted no siembra coca tiene que salir del territorio porque no está cumpliendo con esas nuevas “normas” que han llegado a dictar los grupos armados. A esto también se suma un crecimiento del tema de reclutamiento forzado; por no permitir que se lleven a sus hijos e hijas, las familias se tienen que ir y dejar todo lo que tienen, y eso las somete a continuar viviendo ciclos de violencia.
Es importante señalar que las tierras de quienes son desplazados son ocupadas por terceros. A veces por los mismos actores armados, o por terceros, lo que genera una cadena de desposesión. Detrás de eso hay muchas dinámicas, la gente queda sin poder volver a la región y hacer un retorno a si tierra porque al irse tienen que salir del territorio”.
Pares: Desde la experiencia de EICOS y de CORPOHUMADEA ¿se ha logrado fortalecer dentro del territorio el proceso de reconciliación con actores armados en procesos de desmovilización? ¿El gobierno actual ha velado por proteger esta experiencia en la coyuntura que vive actualmente el país?
Estas iniciativas han partido más desde las comunidades. Nosotras hemos hecho algunos encuentros, sobre todo con mujeres reincorporadas de este proceso que firmó el gobierno Santos con las FARC, en vías de generar confianzas entre ellas y nosotras, para que las veamos como iguales: como mujeres que están viviendo un proceso, mujeres que sufrieron violencias como el reclutamiento forzado y que son iguales a nosotras. Creo que hemos llegado a entender todo lo que implican también sus realidades.
La sociedad civil ha emprendido estos procesos porque desde las instituciones no se está haciendo nada. El Consejo de Paz y Convivencia, del que la plataforma hace parte y que debe tratar los temas de paz, reconciliación y convivencia, no ha sesionado ni una sola vez; así que nosotras como ciudadanas nos propusimos mover esas fibras para ir pensando conjuntamente que, si todos somos iguales, pues cabemos en el mismo territorio.
Pero esta labor no ha sido fácil porque en el Meta hay muchas personas que fueron afectadas de manera directa por la guerrilla y descargan el dolor y la rabia que sienten contra quienes se reconocen como ex integrantes de las FARC. Aunque las mujeres en proceso de reincorporación participan con una actitud de reconocimiento y de pedir perdón, y uno de corazón les ve la intención de participar y construir, se generan choques que pueden llegar a dificultar los procesos.
En estos momentos esos choques se deben a la realidad misma del país por la que, si no hay un conocimiento y entendimiento del conflicto, la guerra se reproduce de distintas maneras. Y cuando el Estado no reconoce a las víctimas, ni les ofrece verdad, justicia, reparación ni medidas de no repetición, pues la gente seguimos con la rabia, el dolor y el odio hacia el otro. Si una no logra hacer bien esa tramitación se siguen reproduciendo las violencias.
Para manejar esos choques nosotras hemos recurrido a generar consciencia sobre lo que ellas también vivieron, a escuchar sus historias de vida, porque cuando uno logra entender eso también las atiende a ellas. Hemos tenido que entender, como organización y como comunidad, que todas hemos pasado de diferentes maneras por muchas formas de violencia, y que eso ha afectado al colectivo, a la comunidad y a las personas. Acá nos enfrentamos a muchos temas psicosociales y emocionales para los que el Estado no ha propuesta rutas o formas de tratamiento, y eso represa emociones que dificultan la reconstrucción de un tejido social.
«Sabemos que en Vista Hermosa tienen presencia Los Puntilleros, que han sido la reconfiguración de las Águilas Negras, las Autodefensas Unidas de Colombia, y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, pero a la vez ese último grupo también está aquí. Aunque son más fuertes en algunos municipios, están en toda la región.«
Pares: ¿Los procesos sociales y comunitarios que viene acompañando EICOS y CORPOHUMADEA se han visto afectados por la actual coyuntura del COVID-19? Si es así, ¿Cómo han enfrentado esta situación?, ¿Se ha profundizado la situación de vulnerabilidad y pobreza dentro del territorio?
La situación de vulnerabilidad y pobreza es generalizada en toda la población, pero afecta de manera particular a las mujeres. La mayoría de las compañeras que hacen trabajos de liderazgo y de defensa de los Derechos Humanos no tienen un trabajo estable; tenemos que estar confinadas en nuestras casas por temas de salud, pero no recibimos ningún tipo de apoyo porque no se identifican nuestras necesidades y las necesidades e nuestras familias.
Las mujeres en últimas terminamos asumiendo cargas comunitarias y económicas sin ningún acompañamiento, porque hasta donde hemos verificado ninguna compañera ha salido beneficiada por los programas del gobierno; pero además tenemos que sobrellevar las cargas de cuidado y de las labores del hogar junto a la carga emocional por la preocupación de no tener qué desayunar o almorzar, o no tener con qué pagar el arriendo, los servicios y las necesidades básicas.
Adicionalmente las labores de acompañamiento territorial se han visto limitadas por las dificultades que tenemos para desplazarnos.
Pares: ¿Cuál es la agenda social y política que las mujeres vienen desarrollando o acompañando actualmente en la región?, ¿Qué obstáculos o desafíos enfrentan para el desarrollo de esos procesos?
Nosotras nos hemos focalizado en estos momentos en poder documentar la situación de las mujeres y las poblaciones, y poder ponerla en conocimiento de las instituciones encargadas de atender y generar garantías. Emprendemos procesos de acompañamiento para saber en qué se puede colaborar para que las mujeres sean tenidas en cuenta en estas ayudas o programas planteados por el gobierno.
Nuestro accionar se ha visto restringido por el tema de bioseguridad, porque no contamos con los permisos para movernos en los territorios y eso limita el que podamos estar más cerca de la gente. Además, el tema económico nos hace impide hacer viajes porque uno no tiene como movilizarse.
Pares: ¿A qué tipo de vulneraciones o hechos victimizantes se exponen hoy las lideresas sociales de la región del Guayabero?, ¿Identifican ustedes agresiones que van más allá del asesinato, es decir, violencias ocultas dentro del territorio?
La violencia contra nosotras es económica, política, emocional y psicosocial porque algunas han sufrido afectaciones directas pero también sufrimos por las violencias contra otros: son nuestros hijos, nuestros esposos y familiares los que han tenido que sufrir ataque o agresiones de la Fuerza Pública o de actores armados ilegales; abandonamos nuestros hogares para proteger la vida de nuestras familias y de nosotras mismas, y todo eso nos genera zozobra, miedo y afectaciones psicosociales. Un ejemplo muy diciente de eso es el caso de una mujer embarazada a la que desplazaron de su hogar, y del susto por las violencias que padeció perdió a su bebé.
A eso se suma que estamos padeciendo violencias que pensamos que no volverían a suceder. Hemos sufrido ataques de la Fuerza Pública a los y las civiles cuando se pensaba que eso acabaría tras el proceso de paz.
Esto no solo se está repitiendo, sino que se está fortaleciendo en los territorios. Y mientras la Fuerza Pública nos atropella y agrede, contrario a su deber de garantizar la vida y los Derechos Humanos, los grupos armados ilegales condicionan la habitabilidad de nuestros hogares: las comunidades quedan a merced de lo que decidan terceros, no tenemos derecho a decidir.
Pero a estos hechos se suma que las mujeres vivimos en círculos de violencia que no se han logrado superar. Nos agreden a las lideresas, a las excombatientes, pero también a las mujeres en general. A nosotras como mujeres nos ha tocado vivir todas las formas de violencia porque somos las sobrevivientes: enfrentamos violencias hacia familiares, violencias estructurales por ser mujeres, y en muchos casos violencias sexuales.
Conocemos casos de mujeres con cargas muy altas de violencias y como plataforma nos preocupa, porque son situaciones con las que debemos seguir cargando. Una de nuestras preocupaciones constantes es pensar cómo mostramos estas cosas que suceden, y cómo logramos que no se sigan reproduciendo en la vida de las mujeres y de sus familias, porque si las mujeres se ven afectadas pues sus familias seguramente también.
Aunque conocemos la ley y la difundimos para que las mujeres puedan exigir a través de los mecanismos existentes, sabemos que estos no funcionan, ni operan, y entonces nos deja con la carga de encontrar una manera para resolverlo. Las psicólogas y profesionales que están en esas rutas y programas de atención tienen un enfoque muy académico; por el contrario, nosotras sabemos que hay mujeres que tienen procesos y propuestas populares, con iniciativas que generan confianza, y eso es lo que queremos para nosotras y para las mujeres con quienes trabajamos: que no sea algo lejano desde un escritorio, sino que parta de las vivencias y de lo colectivo.
«Las mujeres vivimos en círculos de violencia que no se han logrado superar. Nos agreden a las lideresas, a las excombatientes, pero también a las mujeres en general. A nosotras como mujeres nos ha tocado vivir todas las formas de violencia porque somos las sobrevivientes: enfrentamos violencias hacia familiares, violencias estructurales por ser mujeres, y en muchos casos violencias sexuales.«
Pares: ¿Cuál consideran que es la estrategia o propuesta de autoprotección que ha permitido que tanto EICOS como las comunidades con quienes trabaja puedan implementar en el territorio la defensa de la vida y los procesos sociales que allí se gestan?
Hemos podido seguir construyendo en el territorio gracias a los ejercicios de la denuncia que nos permiten poner en la palestra pública estas situaciones. También ha sido importante el acompañamiento de algunas organizaciones, que hacen posible el diagnóstico y la investigación de estas situaciones; ese acompañamiento también se convierte en una forma de protegernos porque pone en evidencia lo que sucede en los lugares que habitamos. Mientras no se dé cumplimiento a lo pactado en el Acuerdo de Paz, a aquello con lo que el gobierno se comprometió, habrá excusas para que se den conflictos en el territorio.
Pares: ¿Cuál sería para ustedes la más importante lección o aprendizaje que EICOS, CORPOHUMADEA y la región del Guayabero le compartirían a las instituciones y funcionarios del Estado en materia de protección y seguridad para los territorios más azotados por el conflicto armado interno?
El mayor aprendizaje que podemos aportar es la necesidad de hablar y trabajar el tema de las mujeres; estos son temas a los que no se les presta la debida atención o se les da el tratamiento adecuado cuando se discute sobre la presencia de actores armados, o sus acciones, o las estrategias contra ellos por parte del Estado.
Por parte de las instituciones estatales no se alcanza a percibir que hablar de los derechos de las mujeres también implica conocimiento de las situaciones que viven y de esos derechos, un fortalecimiento institucional, y la generación de oportunidades de vida para ellas; para las instituciones estos temas no son prioritarios.
Hemos notado que les parece importante hablar de campesinas y de defensores o defensoras de Derechos Humanos, así si nos prestan atención, entonces eso es una herramienta que nos ha permitido no pasar desapercibidas y nos ha permitido movilizarnos en el territorio, hablar del tema de mujeres, incentivar un conocimiento de la ley, y generar un ejercicio bonito en el que las mujeres aprendamos a defender nuestros derechos.
Pares: Finalmente, ¿se han logrado avances en la plataforma EICOS en cuanto al fortalecimiento de las acciones de autoprotección en acciones conjuntas o de la mano de entidades gubernamentales?, de ser así ¿Cuáles avances se han dado?, ¿con qué entidades se han podido establecer esos puentes de acción?
Primero acudimos entre nosotras mismas y quien tiene mayor reconocimiento se articula con otras organizaciones para producir la cadena de información que termina en la institución. Nosotras como plataforma generamos puentes con personas que tienen contactos y una relación más cercana con las instituciones.
«Ha sido importante el acompañamiento de algunas organizaciones, que hacen posible el diagnóstico y la investigación de estas situaciones; ese acompañamiento también se convierte en una forma de protegernos porque pone en evidencia lo que sucede en los lugares que habitamos. Mientras no se dé cumplimiento a lo pactado en el Acuerdo de Paz, a aquello con lo que el gobierno se comprometió, habrá excusas para que se den conflictos en el territorio.»
Esas personas llaman y hacen la gestión para desplegar las rutas de atención y para que las entidades estatales hagan los estudios de análisis del riesgo; cuando identifican que los riesgos son altos y amerita medidas urgentes se emprende la gestión para sacar a las personas del territorio.
Cuando las instituciones nos escuchan hemos podido generar inmediatamente las alertas y se inician las rutas de protección. Esa estrategia de puentes o redes de contactos nos ha funcionado y hemos podido proteger a nuestras compañeras.
En cuanto a las instituciones con quienes se han podido establecer esas conexión están la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría, y actualmente la Secretaría de la Mujer. Mantener contacto con otras organizaciones como Naciones Unidas nos ha permitido ser escuchadas también.
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