Por: Daniela Quintero. Redacción Pares
El alcalde de Bogotá ha prometido la construcción del metro en la capital desde el inicio de su administración, hace ya dos años. Esta semana, Peñalosa anunció que siete grupos internacionales oficializaron sus solicitudes para participar en la Licitación Pública Internacional para construir y operar la Primera Línea del Metro elevado de Bogotá. Sin embargo, hoy hay más dudas que certezas sobre el proyecto.
Nuevos estudios, más demoras
De acuerdo con Peñalosa, hubo dos razones por las cuales su administración decidió apartar lo que había adelantado su antecesor Gustavo Petro. Por un lado, el metro por abajo iba a tener un mayor costo; y por otro, se iban a necesitar diversos tipos de maquinarias, debido a que, hay lugares en el suelo bogotano que con el proyecto subterráneo necesitaría de otro tipo de tuneladoras.
En su momento varios sectores políticos salieron a rechazar la propuesta de Peñalosa. Así lo hizo el concejal de Bogotá del partido Polo Democrático, quien expresó que el alcalde “de una manera irresponsable botó a la basura unos estudios avanzados para la construcción del metro subterráneo y terminó dilatando todo el proceso. Todo parece indicar que este año tampoco se va a abrir la licitación”.
Desde el 2012 Petro había avanzado con los estudios del metro y se había encaminado por el subterráneo, puesto que, en varias ocasiones recordó que en las capitales del mundo este es el medio de transporte más usado.
Para Fernando Rojas, experto en gestión urbana y temas de Bogotá, esta fue una decisión más política que técnica. “Yo creo que teníamos información avanzada para el metro subterráneo y lo que Peñalosa tenía que hacer era ajustar lo que había que ajustar e iniciar su construcción”.
“Al tomar la decisión de cambiar la estructura obviamente generó un retraso que ya está casi de cuatro años frente al proyecto inicial. Estamos al borde de tener una situación de tener un metro que cuando empiece a funcionar o le quede pequeño a Bogotá, o que quien venga -si Peñalosa no alcanza a adjudicarlo- termine echando todo para atrás y otra vez tengamos que volver a arrancar”, puntualizó.
¿Por qué todavía sin metro?
Rojas dijo que la razón por la que aún Bogotá está sin metro es una mezcla de tres cosas: “La primera efectivamente hay un tema político, a lo largo de casi seis, siete décadas se ha hablado de tener un metro para Bogotá pero eso no se logra concretar porque no se logra a un consenso entre el gobierno nacional y el distrital para hacerlo realidad”.
“Segundo, el proyecto siempre ha resultado más caro de lo que en principio la ciudad y el gobierno nacional pueden poner, el problema es que ahí finalmente el remedio ha terminado más caro que la enfermedad. Entonces no hay plata para el metro y se sigue invirtiendo en esos proyectos, pero tampoco resuelven el tema de movilidad”, agregó.
Luego añadió un tercer aspecto, y dijo que en Bogotá ha habido una dificultad para tratar de formular situaciones de fondo a problemas que tiene la ciudad.
¿Qué ha hecho o dejado de hacer Peñalosa?
La capital lleva más de cien años en controversias políticas y económicas que no han dejado llevar a buen puerto la construcción del metro. Mientras las principales ciudades de América Latina avanzaron en materia de movilidad desde el siglo pasado, en Bogotá pareciera que apenas se está dando el paso más sólido para mejorar el sistema de transporte.
Luego de debates en el congreso, presentaciones al Ministerio de Hacienda, y reuniones con el Departamento Nacional de Planeación (DNP), el alcalde tuvo pista para continuar con el nuevo estudio. En 2017 el consejo de Bogotá aprobó el presupuesto y se firmó un acuerdo interinstitucional para un desembolso de 6 billones de pesos.
Para ese año ya se había creado la empresa Metro de Bogotá, S.A, dirigida actualmente por Andrés Escobar, la cual se constituyó como una “sociedad por acciones de orden distrital que opera como empresa industrial y comercial del Estado”. Y que desde su conformación ha librado varios altibajos.
Sin embargo, el martes tanto Peñalosa como Escobar anunciaron que siete grupos internacionales oficializaron sus solicitudes para participar en la Licitación Pública Internacional, con el fin de construir y operar la Primera Línea del Metro de Bogotá. Según la empresa pública, en septiembre quedaría lista la adjudicación con alguno de los consorcios y en seis años estaría listo el primer tramo.
«La inversión total para nuestro metro serán USD4.200 millones, de los cuales USD1.100 serán invertidos por el concesionario que desarrolle la obra»: expresó Escobar en su cuenta de Twitter.
De su lado Peñalosa dijo que “La llegada a Bogotá de empresas tan importantes, con el respaldo de sus respectivos países, es una muestra más de la solidez del proyecto y confirma que, como habíamos dicho, nuestro metro avanza y no tiene reversa”.
Las cuentas alegres del alcalde
Sin embargo, para el analista, “Esas son las cuentas alegres de la administración porque todo lo han ido corriendo”. En un inicio dijeron que se entregaría en 2021, luego en 2022 y ya van en el 2025. “Hasta que no se adjudique y no se inicie lo que se tiene que hacer es muy difícil que se tenga un estimativo de cuándo se debería estar entregando”, añadió.
En caso de que todo marche con normalidad, el consorcio debe hacer algunos ajustes en los estudios para saber cómo va a arrancar, presentar un cronograma detallado del paso a paso de la construcción, la llegada de los materiales, explicar finalmente cuál será la tarifa y mientras tanto se debería estar avanzando en la construcción.
“El problema es que Peñalosa está en el borde del tiempo, si tiene algún contratiempo no va a tener margen de maniobra para corregir cualquier situación, entonces digamos que eso podría poner en riesgo todo el proceso”, agregó.
El metro de Bogotá no da espera
De acuerdo con el analista, existe un estándar internacional que señala que el metro podría estar llevando 60.000 personas hora/sentido, mientras Transmilenio puede estar en 70.000 hora/sentido.
“Pero el problema no es la capacidad hora/ sentido, sino en la calidad del servicio que se presta y en el tamaño de la red. Mientras que la mayoría de los metros ya funcionan como una red amplia y robusta, en Bogotá el Transmilenio ha logrado llevar ese mismo número de pasajeros con una sobreocupación gigantesca”, indicó.
Por lo tanto, Bogotá necesita un sistema más robusto como el metro, y que a su vez siga operando Transmilenio como un servicio complementario. Una especie de sistema de cable integrado y que conecte con la periferia.
“Está claro que en un solo modo de transporte Bogotá se revienta”, resaltó. En conclusión, si en septiembre se adjudica el proyecto, la siguiente administración no podría ajustar nada y tal como quede, deberá continuar la promesa del metro.
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