Luis Eduardo Celis
En estos días el Comité Internacional de la Cruz Roja, el CICR, presentó su informe sobre la situación humanitaria en medio de las violencias organizadas que persisten en cerca de doscientos municipios en ocho departamentos del país de manera primordial.
El maestro Francisco Gutiérrez Sanín, escribió hace un par de años, un ensayo al que tituló: “Un nuevo ciclo de la guerra en Colombia”. Yo creo que ese nuevo ciclo inició con la salida de las FARC de la confrontación armada en 2016 y hoy, seis años después, estamos inmersos en esas nuevas dinámicas de violencias organizadas de las que nos habla el informe del CICR.
Es una nueva violencia que tiene mucho de las anteriores: control del territorio, graves afectaciones humanitarias, interés de controlar rentas ilegales y de imponerse como un estado paralelo sobre las comunidades, pero también tiene rasgos nuevos: los combatientes jóvenes tienen mayor protagonismo y mando, las identidades de los grupos son menos caracterizadas y el interés por lo económico es más fuerte frente a la casi inexistencia de discursos políticos. Todo lo anterior trae graves consecuencias sobre las comunidades que sufren la persistencia de esta acción armada, empezando por que en muchas ocasiones no saben a quién dirigirse para tramitar reclamos o tratar de aminorar las consecuencias de la acción de los grupos.
Una persistencia de la acción armada organizada trae como correlato las afectaciones humanitarias: confinamientos, desplazamiento forzado, homicidios, violencia sexual, afectaciones por artefactos explosivos, restricción a la misión médica, al derecho a la educación, para mencionar algunas de las que están reseñadas en el informe del CICR. El sufrimiento de comunidades y personas documentado con el rigor es lo que caracteriza a esta institución humanitaria que tanto ha hecho en este conflicto armado.
Con este informe del CICR, se constata que aún hay tarea por hacer para lograr una Colombia que supere las violencias organizadas, siendo mucho lo que hemos logrado en treinta y dos años de acción sostenida por integrar a esta precaria democracia a quienes han defendido sus intereses con las armas en la mano, o quienes han promovido sus propósitos con las mismas.
El CICR nos habla de los seis conflictos con violencia organizada que se desarrollan de manera principal en Arauca, Cauca, Antioquia, Norte de Santander, Guaviare, Nariño y Putumayo de manera principal y hace un llamado para que el próximo gobierno atienda estas situaciones que vulneran múltiples derechos.
Termina el gobierno del presidente Iván Duque, y las cifras mostradas por el informe del CICR da cuenta de que todos los indicadores de vulneración a derechos humanitarios han aumentado en el último año y son los mayores del último quinquenio: confinamientos, desplazamiento, homicidios, violencia sexual, afectaciones por artefactos explosivos, para mencionar los más visibles, porque hay muchos estragos de la violencia que quedan en las mentes de las personas que la sufren y trastocan toda su existencia.
Ahora que estamos en pleno debate presidencial, recordarles a quienes compiten por conducir los destinos de Colombia y sus cincuenta millones de habitantes, que hay tarea para lograr una Colombia en paz, donde unos prometieron hacer trizas la paz con las FARC y han logrado mucho en ese propósito. Ahora, otros ofertan hacer trizas la guerra y la violencia. Todo indica que el debate en curso está entre estas dos posturas.
Para quienes deseen consultar el informe del CICR con sus diagnósticos y recomendaciones lo pueden consultar en este link.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido su autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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