Por: Lina Gaitán Mateus. Investigadora Pares.
Se ha venido afirmando que las violencias contra las mujeres se han exacerbado en el periodo de aislamiento que se vive en todo el país desde el pasado 20 de marzo. Sin embargo cabe la pregunta ¿qué tan cierta es esta afirmación? Aunque la violencia intrafamiliar aparece con frecuencia en los medios de comunicación y la opinión pública, PARES presenta datos que demuestran que ésta no es la única forma de agresión que se ejerce contra nosotras durante la pandemia de COVID-19 y cómo ha influido la coyuntura actual en la problemática de las violencias basadas en género y las violencias sexuales.
Desde que se inició el periodo de aislamiento obligatorio, la Fiscalía General de la Nación reporta, con corte del 20 de abril, 3.069 denuncias de violencia intrafamiliar en todo el país. Los informes continuos de la Línea Púrpura y el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá muestran cifras cada vez más alarmantes sobre esta problemática.
Cifras que preocupan
De esta forma, para el día lunes 27 de abril, se contaban un total de 7.041 llamadas recibidas a la Línea Púrpura, además de 5.976 solicitudes de atención por el WhatsApp de la Secretaría de la Mujer. La situación en otras ciudades capitales no dista mucho de la realidad bogotana, pues al día de hoy se registran en Cali 385 llamadas de denuncia por violencia intrafamiliar. Pero, ¿qué está pasando en aquellos lugares y territorios de los que no se tienen reportes pormenorizados?
Para conocer las cifras de denuncias por violencia contra la mujer en territorios y regiones es necesario remitirse a la información reportada por instituciones estatales como la Policía Nacional y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, las cuales, de entrada, presentan el inconveniente de registrar solamente los casos reportados hasta el mes de marzo de este año. Imagen: Pares.
Así, las estadísticas de la Policía reportan 6.882 denuncias de violencia intrafamiliar con corte a esa fecha, mientras que Medicina Legal habla de 4.034 casos. Las cifras de ambas instituciones demuestran que los territorios en donde se presenta el mayor número de casos son Bogotá, Antioquia, Santander, Valle del Cauca y Cundinamarca.
Al comparar estos datos con los casos presentados durante el mismo periodo de tiempo del año 2019 se encuentran diferencias significativas de aproximadamente 2.000 denuncias como se expone en la siguiente tabla:
Fuente: Información sustraída del sistema del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses FORENSIS, y de las estadísticas delictivas de la Policía Nacional.
Ahora bien, la interpretación de dicha diferencia debe contemplar no sólo el hecho de que, para este año, los datos aún están en consolidación, por lo que en uno o dos meses la cantidad de denuncias registradas en el pasado mes de marzo pueden aumentar.
También se deben considerar las condiciones actuales en las que la persona agredida debe presentar la denuncia: en medio de una convivencia obligada junto a su agresor, sin posibilidad de trasladarse a otro sitio que le garantice seguridad a ella y a personas bajo su cargo a causa de las medidas de prevención contra el COVID-19 y, tal como ha registrado la organización SISMA Mujer, sin la posibilidad de entrar en contacto con otras personas para realizar la denuncia por no tener a su alcance un teléfono celular.
Si las cifras reportadas a marzo de este año son menores, es por los escenarios de vulneración de derechos humanos de las mujeres que ha posibilitado la cuarentena.
Las violencias de las que no se habla
Sin embargo, la violencia intrafamiliar no es la única forma de agresión que se ha registrado durante esta coyuntura contra las mujeres y a continuación se especifican otras violencias que nos han afectado de manera particular:
Violencia sexual:
La Fiscalía General de la Nación registra a 1.407 denuncias de violencia sexual entre el 20 de marzo y el 20 de abril. Por su parte, Medicina Legal reporta 1.454 casos en el mes de marzo, de los cuales el 73%, 1.063 casos, fueron contra niñas y adolescentes, mientras que la Policía Nacional registra 1.566 casos de los que 889 o el 56% fueron contra mujeres menores de edad. Los lugares con el mayor número de víctimas reportadas son Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca, Bolívar y Santander.
La diferencia de mujeres, adultas y menores de edad que denuncian ante una institución u otra, puede relacionarse con los distintos niveles de confianza que se tiene en una institución u otra al iniciar el proceso de denuncia, pues como han registrado medios de comunicación alternativa como Pacifista y Mutante.Org, la Policía Nacional es uno de los agentes que más agresiones de género comete contra las mujeres, particularmente contra las mujeres trans.
Feminicidios:
ONU Mujeres y la Fiscalía registran 19 casos de feminicidio entre el 20 de marzo y el 23 de abril en Colombia. La organización SISMA Mujer, en el Boletín Especial No. 20: Los derechos humanos de las mujeres no están en cuarentena, afirma que ello implica el reporte de un feminicidio cada 25 horas durante la cuarentena.
Uno de los casos más recordados en el país, y que esta misma plataforma reportó, fue el triple feminicidio en Cartagena en donde fueron asesinadas Loliluz, Ellyn y Edenis, integrantes de una misma familia, ocurrido el 26 de marzo.
ONU Mujeres y la Fiscalía registran 19 casos de feminicidio entre el 20 de marzo y el 23 de abril en Colombia. La organización SISMA Mujer, en el Boletín Especial No. 20: Los derechos humanos de las mujeres no están en cuarentena, afirma que ello implica el reporte de un feminicidio cada 25 horas durante la cuarentena. Foto: Pares.
Otro caso emblemático fue el de la lideresa del cabildo indígena Paniquitá Marlly Fernanda Quina Campo, quien murió estrangulada por su pareja sentimental el 27 de marzo en el municipio de Totoró, Cauca, como denunció el Tejido Mujer de la Çxhab Wala Kiwe.
Frente a las denuncias que continuamente circulan en la opinión pública en lo referente a las agresiones y victimizaciones contra líderes, lideresas y los y las defensoras de Derechos Humanos en el país, su caso pasó particularmente desapercibido.
A estos hechos se suman aquellos episodios de violencia en los que las agresiones físicas contra las mujeres estuvieron a punto de ocasionarles la muerte, como ocurrió con María Fernanda Girón en el barrio Cedritos de Bogotá el pasado 22 de abril, quien hoy se encuentra viva gracias a la intervención de un vecino que escuchó sus gritos de auxilio.
La experiencia de María Fernanda no sólo demuestra que las violencias contra las mujeres superan las barreras de clase, sino que también expone cómo el sistema de justicia es ineficaz e ineficiente ante ellas, pues su agresor quedó en libertad una hora después del hecho.
Agresiones contra lideresas y defensoras de DD.HH.
Las agresiones contra las lideresas y defensoras de Derechos Humanos no han entrado en cuarentena. En el periodo de aislamiento obligatorio, se reportaron dos asesinatos de lideresas y defensoras de DD.HH., uno de ellos fue el feminicidio de Marlly Fernanda Quina.
A ello se suman las amenazas y planes de atentar contra la vida de lideresas y defensoras de DD.HH. de diferentes territorios y organizaciones como por ejemplo la Fundación Cordobexia de Córdoba, la Asociación de Mujeres Desplazadas del Meta (ASOMUDEM), la Red de Derechos Humanos del Putumayo, lideresas sindicales de Soacha, lideresas indígenas de Córdoba, y defensoras de DD.HH de Bolívar. Varias de estas acciones son emprendidas por actores armados ilegales como el Clan del Golfo.
Todas las mujeres que se han visto afectadas por estas agresiones, han sido víctimas de ataques por sus actividades en defensa del territorio y de sus comunidades, e incluso en el marco de exigencia de apoyos gubernamentales y mínimos básicos de existencia para sobrevivir a la cuarentena como ocurrió con Carlota Isabel Salinas, lideresa de mujeres asesinada en Bolívar mientras recolectaba alimentos para las personas más vulnerables, y con lideresas de ASOMUDEM quienes han sido perseguidas y señaladas tras denunciar la entrega de productos no aptos para el consumo humano en el municipio de Vista Hermosa, del Meta.
Otros grupos poblacionales vulnerables
Poblaciones como las mujeres migrantes tienen una mayor exposición a vulneraciones de Derechos Humanos y violencias basadas género, violencia intrafamiliar o agresiones sexuales, dado que la coyuntura refuerza condiciones de vulnerabilidad que, en el escenario de la normalidad, ya les afecta. ONU Mujeres señala con particularidad las agresiones sexuales, la vinculación a redes de explotación sexual o tráfico de personas, y la pérdida de ingresos económicos como violencias que las afectan a ellas.
Poblaciones como las mujeres migrantes tienen una mayor exposición a vulneraciones de Derechos Humanos y violencias basadas género, violencia intrafamiliar o agresiones sexuales, dado que la coyuntura refuerza condiciones de vulnerabilidad que, en el escenario de la normalidad, ya les afecta. Foto: Pares.
Las mujeres menores de edad también están expuestas a un incremento del trabajo doméstico y de cuidado no pago ante el aumento de las labores de cuidado en medio de la cuarentena y, como evidencian las cifras presentadas por las instituciones estatales, son la población más afectada por la violencia sexual.
Ahora bien, la focalización de recursos sanitarios para la atención del COVID-19, expone a todas las mujeres a una limitación al acceso de los derechos sexuales y reproductivos.
Como denuncia la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, en medio de la pandemia se está restringiendo el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, la cual no es considerada una solicitud médica urgente y se le da un tratamiento de servicio de salud no prioritario con el que se dilatan los tiempos de atención y se restringe el acceso a este derecho6.
Finalmente, otro sector que sufre una violencia particular son las mujeres de tercera edad, quienes cuentan con recursos económicos más limitados que sus pares masculinos.
Aunque las cifras históricas de afiliaciones a Colpensiones evidencian que hay una mayor cantidad de mujeres pensionadas que hombres, presentando a enero de 2019 un total de 773.350 mujeres frente a 607.627 hombres pensionados, ha de tenerse en cuenta la brecha salarial por género existente en el país, la cual garantiza que la población masculina cuente con mayores recursos al momento de la jubilación o pensión.
La reproducción de violencias históricas
Los datos presentados durante la pandemia sobre estas violencias no son un fenómeno generado por el encierro y la angustia emocional y psicológica atadas a la crisis económica que se sabe segura para un futuro cercano, sino que representan una tendencia de agresiones que históricamente se han presentado en el país. Ello se demuestra partiendo del análisis de una sola de estas formas de violencia: los feminicidios.
El Observatorio Feminicidios Colombia registró para enero y febrero de este año 88 casos de feminicidios en todo el territorio nacional, los cuales se concentraron en los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca, Norte de Santander, Santander y Atlántico. Durante los mismos meses del año anterior se contabilizaron 90 casos de feminicidios, y el 2019 finalizó con un total de 571 casos de feminicidio, estas cifras establecen que los datos reportados para el 2020 siguen la tendencia registrada para en 2019.
Los datos presentados durante la pandemia sobre estas violencias no son un fenómeno generado por el encierro y la angustia emocional y psicológica atadas a la crisis económica que se sabe segura para un futuro cercano, sino que representan una tendencia de agresiones que históricamente se han presentado en el país. Foto: Pares.
En el mejor de los casos, se estaría hablando de un mantenimiento de las cifras de violencias basadas en género y violencias sexuales entre el año 2019 y lo que va de 2020, lo cual no es un escenario esperanzador teniendo en cuenta los datos reportados por cada agresión.
Así, la pandemia ha confirmado la ya conocida insignia feminista de que lo personal es político, porque la falta de planeación e implementación de planes, programas y proyectos que prevengan las violencias contra las mujeres ha permitido la reproducción de las mismas y ha potenciado formas de relacionamiento, lenguajes y lógicas que atentan contra las mujeres en todos sus espacios de vida.
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