Entrevista realizada por Carol Sánchez.
Ángela María Robledo habló con PARES sobre la preocupación que produce la debilidad del gobierno de Duque y la fuerte influencia de Uribe en la toma de decisiones, la falta de garantías para la oposición y los riesgos de padecer un régimen autoritario. También manifestó sus motivos para tener esperanza en la Colombia profunda, la que siempre resiste y ha sacado más de una vez este país a flote.
Nació en Manizales, es Psicóloga y Magíster en Política Social de la Universidad Javeriana. Actualmente ocupa la curul de la oposición por la Colombia Humana en la Cámara de Representantes y fue candidata a la Vicepresidencia de Colombia, en fórmula con Gustavo Petro.
En el Congreso ha liderado las luchas en favor de los niños, los jóvenes, las mujeres y las víctimas del conflicto armado en Colombia. Forma parte de la Comisión Primera de la Cámara Representantes e integra la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer.
Fue directora social de la Fundación Restrepo Barco; directora del Departamento Administrativo de Bienestar Social del Distrito, durante la segunda alcaldía de Antanas Mockus desde donde impulsó la primera formulación participativa de política pública de niñez, juventud, mujer y vejez en Bogotá.
Carol Sánchez: Congresista, usted ha dicho que Duque no tiene un proyecto claro de país. Con Uribe se manejó el concepto de seguridad democrática, y esa fue su bandera. Santos se cambió al concepto de la paz, de los acuerdos. ¿Duque tiene algún concepto?
Ángela Robledo: No tiene un concepto. Él intentó con lo de corrupción y no le resultó, no era creíble. Viene de un movimiento político plagado de actos de corrupción y de funcionarios y exministros en la cárcel, o congresistas cercanos al uribismo en la cárcel. Veo que a Duque le queda muy difícil reivindicar el tema de la anticorrupción.
El tema de la economía naranja es un cuentazo, porque si bien en el trabajo que Iván Duque hizo en el BID, donde empezó a configurarse el tema de la economía naranja, eso no tienen ninguna existencia en el país en este momento. ¿Qué es, qué sectores cubre? hay que ver ahora la enorme dificultad en la reforma tributaria para saber qué es eso de la economía naranja.
Yo veo a Duque así, como un muchacho de colegio con una guitarra, un balón al otro lado, buscando un escenario dónde subirse, buscando aceptación en todas partes, con gestos internacionales que producen vergüenza. Lleva a todos lados camisetas, cuando realmente la Selección Colombia nos produce mucha alegría, pero pues no es el único referente en el que nos sentimos colombianos.
No ha podido movilizar nuestro deseo de paz, nuestro deseo de tener una educación de calidad, nuestro deseo de desarrollar nuestra Constitución, de tener una ciudadanía. Entonces, yo creo que ahí está muy perdido, no ha logrado encontrar un referente, un imaginario que movilice, que sume.
Presión internacional en el tema de la paz
C.S: ¿A qué cree que responde que Duque se haya alejado tanto de ese discurso del medio ambiente, avalando el extractivismo, y ha empezado a hablar de la economía naranja?
A.R: Él está secuestrado en los grandes intereses económicos. La mayoría de los congresistas cercanos al gobierno han sido financiados por los grupos económicos, por el sector financiero. En lo de TICs hay 75 impedimentos porque habían sido financiados por RCN y Caracol. La denuncias que puso Enciso, el zar anticorrupción de la época de Juan Manuel Santos, mostrando los préstamos que tuvo la campaña de Duque del Grupo Aval. Resulta bastante difícil porque en campaña él se comprometió con ellos.
Son grandes intereses los que no le permiten moverse en un sentido, incluso en el de una reforma tributaria estructural, bajando exenciones, haciendo ejercicios sin afectar la economía. Desde los años 60 hubiera sido la oportunidad para hacer una conciencia de que hay que producir, pero que hay que producir para redistribuir. Miremos lo que está pasando en Francia, por ejemplo, hay que reivindicar el Estado de Bienestar. Claro que hay riqueza, pero dónde está la riqueza en Colombia.
C.S: Nos dijo que Duque era el regreso del uribismo. ¿Cree que él va a seguir en ese mismo camino o tiene la capacidad de crear un proyecto propio alejado del uribismo, o el uribismo en algún momento lo va a dejar solo?
A.R: No sé, yo veo esos dos escenarios que me despiertan un poco de inquietud, porque hoy, a diferencia al gobierno de Uribe, Duque tiene una presión internacional enorme para el tema de la paz. Y con todo esa diplomacia y quienes han venido de la Unión Europea, los presidentes, todos han dicho, estamos aquí, hemos aportado, vamos a seguir aportando, pero esperamos que el proceso de paz continúe.
Eso no lo tuvo Uribe; entonces esa es una presión enorme para Iván Duque porque necesita plata. Y así su pretensión sea solamente perseguir a la cúpula de las FARC para que vayan a la cárcel, porque ese es su objetivo, no le va a resultar tan fácil. Y en la medida que no va a poder desarticular, de manera tan orgánica y significativa el Acuerdo de Paz, eso lo puede alejar del uribismo.
Tiene una presión internacional que le exige algo diferente de lo que se ha nutrido el Centro Democrático que es la guerra, el odio, el miedo y entonces no va a poder desmontarlo tan fácil. Por eso digo que está en el peor escenario posible. Este país siempre ha sido así, este país se mueve en una tensión que uno dice Colombia es un Estado fallido, pero a este país no lo ha dejado desfallecer la gente.
Como dice un por ahí un académico, uno mira a Colombia desde arriba y dice esto se acabó, pero te vas donde está la gente, los campesinos, las mujeres y son ellos los que sostienen a Colombia. Los que han recibido toda la dificultad, toda la violencia, pero resisten. Ahí está Colombia, sé que es un escenario muy difícil pero que hay que resistir.
Un gobierno que no respeta a la oposición
C.S: ¿Para dónde va el país con Duque?
A.R: Yo creo que él va a insistir en el Acuerdo, ojalá no sea un tema burocrático, clientelista, que le facilite un poco su tarea en el Congreso de la República. Yo creo que él va a seguir a la deriva. Está muy perdido, está obnubilado con toda esta parafernalia de los viajes, de las salidas, de las reverencias, pero tú no ves a una figura que encarne, incluso desde su lugar, un poder presidencial. No sé qué vaya a pasar.
C.S: ¿Cómo ve a la oposición?
A.R: En una tarea muy difícil. Digamos, la oposición está en estas ciudadanías libres, nuevas ciudadanías. Todas estas formas de emerger ciudadanías no partidistas, no de movimiento, móviles, mutantes, yo la veo ahí, muy anclada en eso y ojalá con un acompañamiento con esas reivindicaciones en estas tareas más amplias. Y ya de manera más restrictiva, política y electoralmente hablando, un ejercicio de bancada alternativa que fue ganando fuerza y hemos logrado unos nortes como la defensa de la vida.
El tema de la corrupción sigue estando de manera contundente. Y lo otro es la garantía de los derechos fundamentales, que no es nada más ni nada menos que desarrollar nuestra Constitución. En términos más políticos y electorales, ojalá logremos esto que sería una convergencia en torno a una ciudadanía.
C.S: ¿Cree que este gobierno respeta la oposición?
A.R: No, no la respeta. En el Congreso tenemos un poco más de garantías, en términos de la oposición. Pero una cosa es la oposición en el Congreso, y la otra es en querer un proyecto de país distinto. En términos más amplios no la respeta, el acoso que hubo sobre la movilización de los estudiantes, el exceso de fuerza, la violación de derechos humanos nos muestra que este es un presidente débil, ya que eso les suele ocurrir a los gobiernos débiles, se vuelven cada vez más autoritarios.
Pero la falta de garantías más dolorosa es el asesinato de líderes y lideresas. Las causas de ellos, son causas de personas que quieren un país distinto: la protección del agua, de enfrentar la minería ilegal, la restitución de tierras, los derechos de las mujeres en el territorio, el derecho a la verdad. Muchos de ellos han trabajado en el movimiento de víctimas por la verdad y la reparación.
Para mí eso la principal prueba de que la oposición en Colombia, como movimiento, como proyecto de país distinto, no tiene garantías hace mucho tiempo. Pero en estos gobiernos más autoritarios se radicaliza mucho más esas condiciones de desprotección.
De consentido de Uribe a presidente
C.S: Quiero su opinión sobre algunos temas puntuales. Las libertades individuales.
A.R: Una amenaza total, aquí se le viene una chuzada colectiva a todo el mundo. Yo sí creo que se viene la posesión de un estado policivo, militar en la Colombia profunda. El proyecto de orden público, la prórroga de la Ley 418, que se tramitó con el pretexto de abrir el espacio para que los gobernantes puedan negociar.
Desde la década de los 90, Pastrana lo hizo y desde ahí todos, pero ahí incorporaron un segundo y tercer artículo que es de nuevo revivir las ‘Zonas de Consolidación’, esos son verdaderos espacios de estados de excepción.
Nosotros lo vivimos, cuando viajé a los talleres de la paz en el Cauca o en Nariño. Por ejemplo, tenías al alcalde de Caloto con tres pesos en el bolsillo y a tres cuadras un comandante con una zona de consolidación con recursos, con militares.
Para mí, esas son zonas con prácticas de empadronamiento, con control de quién entra o quién sale, para mí esa es la señal de la seguridad democrática reencauchada en la Colombia profunda, en la Colombia que ha vivido todas las formas de violencia. Y de ahí se deriva a formas de censura explícita, o más sutil respecto a nuestros derechos individuales y políticos.
C.S: Errores y aciertos de Iván Duque
A.R: Él es presidente de Colombia porque fue el senador consentido de Álvaro Uribe; creo que supo acercarse, sentarse en el Congreso en el lugar donde le tocaba. Así como en el salón, que uno busca al pilo, al más destacado, él se sentó donde se debía sentar. Eso es un puro ‘performance’ político que uno ve que produjo una cercanía impresionante con Uribe. Lo digo coloquialmente, encontró el puesto en el salón donde se tenía que sentar.
De ser alguien absolutamente desconocido, fue como espuma creciendo. Pero el riesgo de crecer como palma y caer como coco es grande. Me parece un gran error de Iván Duque, desconocer que hay una fuerza de oposición que va más allá de un partido, que va más allá de lo electoral, que hay mucha gente empujando por un país distinto y que no él ha sabido leer, no lo ha entendido, y creo eso le está costando.
Si él no entiende eso, y no entiende que es el presidente de Colombia, que tiene que ser el presidente de todos los colombianos y las colombianas en sus decisiones, así sintamos que esas decisiones no son, tiene que tener en cuenta que él juró cumplir la Constitución. No es mi presidente y nunca lo será, pero sí él en sus decisiones tiene que mostrar eso y hasta ahora no ha logrado hacerlo.
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