Por: Redacción Pares
La música está llena de genios precoces. Demiurgos que transformaron las artes a pesar de la brevedad de sus días. A los 18 años un indómito Rimbaud cambió para siempre la manera de escribir poesía. A los 27 Janis Joplin murió abriendo justamente lo que se considera el “club de los 27”, el grupo de músicos que partireron de este mundo, algunos de manera voluntaria, a esa decisiva edad. A él pertenecen Brian Jones, creador de los Rolling Stones, Jimmy Hendrix, Kurt Cobain y hasta Amy Winehouse. Mozart tenía 35 años cuando murió en 1791. Lo hizo en condiciones que resumen la ingratitud de ser artistas. Fue sepultado en una fosa común. Acosado por las deudas, despreciado por las cortes a las que empezó a deslumbrar desde que tenía cinco años. Muchos lo miraban de arriba a abajo. Era demasiado libre, demasiado vital para tener un talento descomunal. Incluso algunas de sus obras más representativas, como la Flauta Mágica, fueron consideradas en su momento divertimentos menores, destinadas a mentes pobres.
Ninguno de sus contemporáneos podría pensar que Mozart podría vivir para siempre. Y la prueba no está en sus conciertos para piano o clarinete que siguen estando en todas partes a donde vayas o los reestrenos constantes de sus Bodas de fígaro o su Don Giovanni. La prueba es que, desde la dimensión donde esté, su música sigue saliendo como un torrente que no se extinguirá jamás. Durante años un grupo de expertos alemanes analizaron una partitura conocida como Variaciones de Milán. Se discutía sobre el autor de la pieza. Desde septiembre se viene confirmando que la pieza pertenecería nada más y nada menos que a Wolfgang Amadeus Mozart.
La pieza data de 1771 y el compositor la habría realizado para celebrar el matrimonio de Fernando Carlos con María Beatriz de Este en Milán. El músico apenas tendría 15 años pero hay que recordar la inexplicable y casi milagrosa precocidad que se convirtió en una marca de fábrica. Aunque aún persisten dudas hay hechos que parecen esclarecer las tinieblas: se comprobó que esta pieza fue escrita en el taller del copista vienés Johanes Traeg quien en su momento trabajó de manera cercana con Mozart. Además el manuscrito está atribuido al genial compositor en el Breitkopf & Hartel, que es considerado el catálogo más antiguo del mundo. La obra se vino a tocar por primera vez, en dos siglos de existencia, el pasado 16 de octubre en Graz. Mozart está más vivo que nunca.
Kommentare