Cada día llegan a las bases militares de EE. UU. en Puerto Rico, y en las pistas prestadas en Trinidad y Tobago, decenas de aviones de guerra y material bélico. Ya se cuentan hasta tres ataques del ejército norteamericano a civiles en aguas venezolanas. Hasta el momento, el saldo que han dejado estas intervenciones es de 14 civiles asesinados.
En Colombia, la derecha se frota las manos pensando que, en cualquier momento, Donald Trump lanzará las bombas sobre Caracas, sin pensar demasiado en las consecuencias que esto traería para el país, en que llenaría de argumentos a fuerzas tan anacrónicas como el ELN y la extrema izquierda que han visto, con los ojos empañados, cómo la justificación de todas las formas de lucha ha permitido en este país desplazamientos, masacres, desapariciones. Todo el horror.
Ya se va a cumplir un mes desde que empezó el hostigamiento. Los buques de guerra son una amenaza para la población. Por eso, Nicolás Maduro le pidió a la ONU una investigación por lo que él considera una “guerra no declarada” por parte de Estados Unidos a Venezuela.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, afirmó: “Es una guerra no declarada, y ya ustedes ven cómo personas, siendo o no siendo narcotraficantes, han sido ajusticiadas en el mar Caribe”.
Esta semana va a ser vital para definir la situación en Venezuela. Se celebrará una nueva Asamblea General de la ONU en donde el presidente norteamericano será anfitrión en Nueva York. Se prevé que su tono será más suave, más tranquilo y que buscará acercarse más a un consenso en la opinión pública, sobre todo a los dos temas que aborda con mayor atención la geopolítica, uno de ellos es la reacción desmedida de Israel a la hora de contraatacar Gaza, contraofensiva que va a cumplir dos años y ha dejado miles de muertos, en su mayoría civiles, y la otra es la invasión rusa a Ucrania. Es un hecho que, en las próximas cuarenta y ocho horas, encontrará un espacio en su agenda para sentarse a hablar con Vladimir Zelenski y definir, de una vez, cuál es su posición en esta invasión que ha sido, por lo menos, ambigua.
Mientras tanto, en Venezuela el régimen ha respondido mostrando las armas que tendría para defenderse de una posible invasión y cada vez son más los voluntarios que, sin importar demasiado como está su condición física, se alistan para lo que ellos llaman “una defensa de la patria”.
Por ahora, los ataques de Venezuela a Estados Unidos van desde el lado de la diplomacia. El fiscal general Tarek William Saab también le pidió a la ONU que investigue estos hechos y los trate como lo que él cree que son: “crímenes de lesa humanidad”. “El uso de misiles y armas nucleares para asesinar serialmente indefensos pescadores en una pequeña lancha son crímenes de lesa humanidad, que deben ser investigados por la ONU”.
La situación, con las horas, se pone más tensa. La Asamblea General de la ONU podría ser el bálsamo que se está esperando para ir bajando decibeles a la situación.