
Cuentan los primeros cronistas de indias que no había una tierra que les diera más miedo a los españoles que el Darién. Con la precariedad del calzado que tenían estos hombres hace 500 años cualquier tipo de insecto podría meterse en los pies y devastarlos. Las arenas movidas, que tapizaban pantanos enteros, se tragaban vivos al que los caminara. Habían pitos que, ante su picadura, dejaban sus huevos bien profundo en la piel, hasta calar el hueso. Un olor nauseabundo que sale de ese hueco es la señal de que los tejidos están muertos. Con el paso del tiempo el Darién fue un tapón inexpugnable, la única razón por la que no existe continuidad entre el istmo de Panamá y el resto del continente. Era un santuario ecológico hasta que las necesidades instaladas en nuestros países lo convirtió en un pasillo de migrantes.
En el 2023 se estima que 523 mil migrantes pasaron por el Darien, causando un daño ecológico enorme y un problema de seguridad derivado de los grupos armados que quisieron convertir el tráfico humano en uno de sus negocios. Debido a las difíciles condiciones del terreno los Médicos sin frontera se apostaron allí.
Pero, después del 20 de enero del 2025, cuando se entroniza Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y lanza sus duras políticas migratorias, los migrantes dejaron de buscar el sueño americano. A 10 meses de su posesión la migración en el Darién ha caído en un 99%. Por eso la organización Médicos sin fronteras tomó la decisión de irse del lugar. La entidad llegó al lugar en el 2021, cuando empezó a presentarse una migración que pronto se transformó en una emergencia humanitaria y atendió a 160 mil personas, entre las que se incluían unas ocho mil por problemas de salud mental y dos mil casos de abusos sexuales.
Este año sólo 2.941 personas decidieron cruzar el Darién para intentar llegar a los Estados Unidos. Y el flujo sigue escaseando con el paso de los días. El testimonio de los médicos sin fronteras, que tenían sus puestos en los municipios de Bajo Chiquito, Canaan y Membrillo, es fundamental para entender como este paso fronterizo fue cada vez más controlado por los grupos armados que históricamente han estado en la zona y como se lucraron del tráfico de personas.
El Darién es otra puerta que se cierra para las personas de este continente que, desesperadas ante el olvido y la falta de oportunidades, intentaban cambiar de vida en los Estados Unidos donde viven millones de latinos. Esa puerta estará tapiada mientras Trump sea presidente.