
La MOE y Alejandra Barrios han sido sinónimos de independencia. Este año la MOE ha sido protagonista, alertando los inconvenientes que ha tenido la democracia en estos últimos meses. El pasado 17 de septiembre, la directora de la Misión de Observación Electoral alertó sobre los posibles problemas que podrían tener las elecciones presidenciales en 2026, sobre todo en lugares que han sido azotados por grupos ilegales como Norte de Santander, Cauca, Bolívar y Valle del Cauca. Hay que recordar que, desde enero del 2025, regiones como el Catatumbo han tenido que soportar los rigores de la guerra. La ofensiva del ELN contra el Frente 33 de las disidencias de las FARC ha dejado hasta el momento 80.000 víctimas. En caso de que fueran en este momento las elecciones, los puestos de votación en algunos municipios de estos departamentos deberían ser trasladados a otros sitios. Algunos grupos armados como el Clan del Golfo, que acaba de terminar su primer ciclo de negociación con el gobierno en Dubai, anunciaron su compromiso de permitir que las elecciones surjan sin ningún problema.
En un país con un conflicto que va cambiando de piel constantemente, la democracia siempre está en peligro. Gracias a la MOE, se hacen visibles estas alertas porque de nada sirve el derecho al voto si hay restricciones para un sector de la población. Una de sus frases quedó retumbando en el inconsciente colectivo: “Mover puestos de votación significa denegar a algunos ciudadanos el ejercicio del derecho al voto”.
La historia de Alejandra Barrios empezó en 1989, cuando formó parte del movimiento estudiantil que derivó en la séptima papeleta, piedra angular de la Constitución de 1991. En teoría, la constitución significaba una bocanada de aire fresco para una sociedad colombiana que en ese momento estaba abrumada por la guerra que le había jurado Pablo Escobar al Estado colombiano esperando que este tumbara la extradición de nacionales a cárceles en Estados Unidos. Los carros bomba, el terrorismo, la violencia electoral y judicial, estaba a la orden del día. La Constitución sirvió para que Colombia pudiera aceptar sus diferencias étnicas, políticas, religiosas.
Desde entonces la pelea principal de Barrios ha sido la defensa de la diferencia y de la democracia. Por eso el 2006 fue clave. Ese año el gobierno de Álvaro Uribe, aupado por una popularidad de más del 70 por ciento, decidió modificar un artículo de la constitución que permitiera la reelección. Esto despertó las alertas de la sociedad civil. Esto hizo posible que las condiciones estuvieran dadas para crear la Misión de Observación Electoral. Desde entonces, Alejandra Barrios es una de las caras de la democracia en un país en donde aún asesinan candidatos presidenciales.La democracia en
Colombia tiene escollos directos, como las amenazas a los mismos candidatos, pero también a las poblaciones donde se votan. Desde los años ochenta, ataques de grupos armados y la presión de estos mismos hacia la población para votar por los candidatos que representan sus propios intereses, además de la violación de topes de financiación de campañas electorales y la misma falta de transparencia entre jurados de votación son los grandes enemigos de este país en donde, en la primera década de este siglo, se tuvo que afrontar uno de los atentados más grandes que ha sufrido la democracia colombiana en toda su historia y es la parapolítica. En el año 2006, según lo determinó la investigación que encabezó la Corporación Nuevo Arco Iris y que le sirvió de sustento a la Corte Suprema de Justicia y al entonces senador Gustavo Petro, el 50 % del Congreso había sido elegido con el apoyo paramilitar.
La buena salud de la MOE es, a la vez, la garantía de que todas las voces en el país van a ser escuchadas, de que puede haber alternancia política, que los poderosos no acallaran las diferencias. Eso se lo debemos a Alejandra Barrios y a la MOE. En este momento tiene presencia en el 70 % del territorio colombiano, 32 departamentos, 1103 municipios. La idea es que siga creciendo y nos siga cubriendo. La democracia lo necesita.