
El analista y director de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), León Valencia, conversó con este diario acerca de los retos, oportunidades y posibilidades de los diferentes actores de cara a las elecciones del 2026 y de la consulta del Pacto Histórico que se llevará a cabo este domingo 26 de octubre.
¿Cree que la izquierda tiene posibilidades reales de mantenerse en el poder en 2026?
Muchas. En este momento, el petrismo está en segunda vuelta. No sé si puede ganar las elecciones, pero por el arrastre que tiene Petro, eso le da muchas posibilidades al sector de estar en segunda vuelta. Ahora, al frente hay una variedad de antipetrismo que puede jugar si se unifica, desde el centro hasta la derecha y el antipetrismo duro; una gran fuerza política antipetrista, pero primero tiene que agruparse.
¿Puede ganar un candidato presidencial en Colombia sin aliarse con los caciques políticos tradicionales o sin apelar a sentimientos extremos?
Petro comprendió en 2018 que no podía ganar solo con la izquierda, que tenía que ir hacia otros sectores de las élites políticas. En 2022 tuvo que buscar alianzas distintas, abrir la puerta para una gran financiación de la campaña, que eso siempre trae muchos problemas. Y le ganó las elecciones a un candidato impresentable como era Rodolfo Hernández, pero por 700 000 votos. Ningún sector gana solo, tanto la izquierda necesita alianzas hacia el centro y a sectores de la derecha moderada, como la derecha necesita apoyos en el centro. Se necesita un sistema de alianzas porque el mapa político está muy fragmentado. Es contradictorio y extraño porque hay polarización sobre ideas, temas y personas, pero también una dispersión política enorme, pues hay más de treinta partidos y una enorme cantidad de candidatos.
¿Qué lectura hace de los precandidatos del Pacto Histórico y de todos los problemas que ha habido con esa consulta?
Mucha gente ha metido la mano en las candidaturas del Pacto, con o sin razones jurídicas. No les han permitido construir un solo partido que era la pretensión de Petro y de la colectividad, y al mismo tiempo hacer con tranquilidad su propia consulta interna. Terminó vaciándose ese sector político, quedando ahora con dos candidaturas muy parecidas, del mismo espectro ideológico y político, muy ligadas a Gustavo Petro, a lo que es la tradición de izquierda en Colombia. Tienen la esperanza de encontrar un camino jurídico para participar en una consulta más amplia en marzo. La necesitan para ganar primera vuelta, una alianza con sectores con los que han venido gobernando: del santismo, del centro, más allá de la izquierda. Tiene muchas probabilidades de ser elegido Iván Cepeda, que es más moderado que Petro en sus apreciaciones y en sus ideas, pero también pertenece a ese proyecto político de izquierdas.

¿Cree que figuras como las de Daniel Quintero, imputado en Fiscalía, le pueden hacer daño a la izquierda?
Quintero lo estaba haciendo perfecto ligándose al Pacto Histórico y jugándose allí su suerte. Tiene más habilidades en redes sociales que cualquiera de los candidatos de izquierda: es joven, con una vehemencia política enorme, al parecer con mucho dinero y con muchas alianzas con gente que tiene dinero y tenía la campaña perfecta en el seno del Pacto Histórico. Cometió un error grave, eso le va a costar mucho porque Petro se la había jugado para que existiera la consulta y para que él participara y lo acaba de dejar “con los crespos hechos”.
¿Qué explicación tiene entonces la jugada de Quintero?
Pienso que él creyó que Petro lo iba a seguir acompañando en función del frente amplio, pero si Petro va a votar en la consulta al Pacto Histórico, como ha dicho, va a ir con ese candidato que salga si lo valida a jugar en marzo. Roy Barreras tiene un respaldo en unos sectores de ‘la U’ y en sectores políticos distintos y que ha tenido una trayectoria política nacional y una habilidad también para moverse. Tienen mucho más chance tipos como como Roy Barreras en ese juego de marzo. Quintero jugó mal pensando que podía acabar con esa consulta y que podía liberarse y que todos fueran a marzo para definir, pero al persistir en la consulta Petro y su grupo, pues quedó mal parado Quintero.

¿Cree que Roy Barreras pueda tener el apoyo del presidente Petro? ¿Además de él ve a un Luis Gilberto Murillo o a un Juan Fernando Cristo recibiendo ese apoyo?
El frente amplio es una idea original de Petro. Va a ir a esa consulta, si es que se realiza, y va a apoyar al candidato que salga de ahí para primera vuelta: si es Roy apoyará a Roy. Todo depende mucho de cómo le salga la consulta al Pacto Histórico. Si se logra una votación importante, sale muy fortalecido para competir en marzo y le queda muy difícil a otro candidato en marzo derrotarlo. Si sacan menos de un millón de votos tienen chance, pero si sacan más de un millón-dos millones de votos en esa consulta, ese candidato sale para ganar la de marzo e irá a primera vuelta.
¿Quién sería la persona adecuada para gobernar desde la izquierda?
De los que hay de la izquierda en el Pacto, el que tiene más experiencia y tradición política es Cepeda. Corcho también ha jugado un papel, no sé si terminarán juntándose al final en fórmula. De parte de los otros que acompañaron al gobierno como Roy, o Murillo, que están ahora en el juego político, sin duda son gente de experiencia, que han participado en varios gobiernos, que conocen mucho más al Estado desde distintas perspectivas. Les hace falta experiencia administrativa, una de las cosas más difíciles. Ahora nos enfrentamos a gente que tiene experiencia parlamentaria, Roy y Cepeda la tienen, Murillo tiene experiencia como ministro. Quintero tiene experiencia administrativa, la alcaldía de Medellín (…) pero es limitada en una ciudad que no es la principal del país. Tampoco tiene experiencia parlamentaria.

¿Qué balance hace del gobierno de Petro? ¿Siente que quedó debiendo de alguna manera?
Sí, es agridulce el balance. Por un lado, logró meter la discusión de las reformas sociales para un país que es muy desigual, que necesita cambios importantes económicos y sociales. Sostuvo esa bandera y no retrocedió en esa ella. Por mi experiencia en la vida política colombiana, lo que he visto es que la gente perdona que no se hagan cosas, pero lo que no perdona es que entreguen las banderas. Petro las mantiene en alto en medio de la polarización más grande y en momentos críticos, como el del atentado a Miguel Uribe Turbay, se ha sostenido.
¿Qué análisis hace de la situación política de Álvaro Uribe y del Centro Democrático, a propósito del juicio del expresidente y su absolución?
Esa es la fuerza más importante de la derecha, ha dominado la política colombiana en los últimos 25 años. Ha tenido dos mandatos de Uribe, eligió a Santos, luego a Duque y le compitió duro a Petro en el 2022. De su mano es que la derecha puede ir otra vez a la presidencia. Tiene camino propio, porque no tiene todas las talanqueras jurídicas que le han puesto al Pacto Histórico. Ahora va a definir su candidato por vía de encuestas. Además, van a formar una lista muy competitiva al Congreso y van a disputar su candidatura en marzo con otros sectores de la derecha. Sea De la Espriella, Vicky Dávila, otras fuerzas más moderadas o los partidos tradicionales, todo el que se lanza del lado de la derecha necesita acuerdos explícitos y sólidos con el uribismo para llegar.

Ha dicho que en caso de que la derecha gobierne, sería con alguien más calificado ¿qué nombres ves ahí como más calificados dentro de ese espectro y a qué se refiere con ‘más calificado’?
La derecha puede conformar un equipo de gobierno con mucha experiencia. No tienen arrastre en la opinión que es el otro factor que juega en las elecciones, pero Mauricio Cárdenas y Alejandro Gaviria tienen experiencia como ministros. Si alguien quiere elegir un administrador, pues ahí está Germán Vargas Lleras, que tiene un historial enorme en la política y en la administración pública. Puede aglutinar a esa franja tradicional y arrastrar gente del centro. En ese sector están Claudia López y Sergio Fajardo, cuyos últimos tres meses han sido un calvario. Después del atentado a Miguel Uribe, los extremos ascendieron de una manera tal que borraron lo que venían ganando, pero son dos jugadores que pueden resurgir en el proceso a primera vuelta. No hay que darlos por descartados.
¿Cree que independientemente de que sea de izquierda, de derecha o de centro, vamos a tener una oposición menos o más calificada en el próximo gobierno?
Mucho más calificada. Si pierde, la derecha tiene que hacer un examen de conciencia de cómo va a ser oposición, porque esta oposición ha sido insensata, poco argumentada, nunca lograron definir cómo enfrentar a Petro. Los sorprendió mucho el triunfo de Petro y quedaron muy descontrolados. La izquierda tendría un líder en la calle, Petro, que haría de cabeza de una oposición constante. No se va a retirar ni se va a ir del país.
Hay muchos sectores que temen que no haya elecciones. ¿Alguna vez ha tenido ese temor?
No veo posibilidades de que Petro se quede: es un presidente con votos, con movilización en la calle, que es lo que ha tenido. El ejecutivo y presidencialismo en Colombia es muy fuerte, pero Petro no tiene mayorías en el en el Congreso, ni en las Cortes, no tiene una ascendencia enorme en las Fuerzas Militares, ni en el empresariado más sofisticado y duro del país. Tampoco le veo intenciones de quedarse ni posibilidades de que le hagan un golpe de Estado, como ha dicho. Esto es muy distinto a Venezuela.

¿Cree que habrá influencia por parte de los actores armados en los comicios del año entrante?
El atentado contra Miguel Uribe tuvo una intención política, pero con lo que se produjo ya es muy difícil volver a hacer uno de esa envergadura que modifique el escenario político. Si bien los actores armados sí lo impactan, ya no tienen el alcance para torcer elecciones y transformar el escenario electoral como en el pasado. Son actores ya marginales que están en las fronteras golpeando a la población civil, controlando territorios que juegan más un papel en elecciones locales que nacionales. Muchos políticos tienen alianzas locales y aprovechan y se apoyan en actores armados para conquistar votos y ascender en política, pero no con la magnitud que hubo antes.