Entre la fealdad imperante en Bogotá, los cables suspendidos entre torres de energía, las calles destapadas por una obra que no parece terminar nunca, los autos eternamente atascados y la polución que se pega a la piel como una mosca insaciable, el Ágora, frente a Corferias, es una bocanada de aire fresco. Es uno de los pocos consuelos que da “andar” en la capital de Colombia. En este centro de convenciones se realizó la primera cumbre de sostenibilidad e innovación ambiental. La Fundación Pares, que se ha caracterizado por sus informes en los que revela el acontecer político, social y de orden público en Colombia, le abrió las puertas a algo tan necesario para la continuación de la especie humana como lo es la transición energética. Por eso, en esta cumbre, estuvimos presentes con la ponencia sobre los retos y aprendizajes de las comunidades energéticas en Cundinamarca.
Nuestro director, León Valencia, destacó las transiciones que se vienen dando en este gobierno y el compromiso que tenemos para dar el salto a las energías limpias. Valencia, además, destacó la intención que hay en el sector de unirse en torno a una idea: “Así como se les ocurrió a los colombianos crear la Federación Nacional de Cafeteros, a nosotros se nos está ocurriendo crear una federación grande de comunidades energéticas y es necesario que el Estado respalde esta iniciativa”.
La idea que tiene Pares de llevar las banderas de la transición fue profundizada por el coordinador de la línea de Transición Energética, Nashry Zahgui, quien afirmó la necesidad de que las comunidades energéticas puedan ser sostenibles, produciendo ellas mismas la energía que necesitan para seguir avanzando. Por eso, en su ponencia, el académico libio citó a una de las líderes de Palmor, una comunidad energética de la Sierra Nevada de Santa Marta, Sol Zapata, quien afirmó lo siguiente: “La energía se ha vuelto para nosotros el soporte de nuestra comunidad, la oportunidad de que Palmor crezca”.
Una reflexión que hizo Nashry sobre las comunidades energéticas en Colombia fue que estas comunidades tienen ventajas y desventajas que se han identificado. Una ventaja es que las comunidades son beneficiarias de proyecto, esto es producción y proyección de la energía desde las comunidades. La energía es para todos y todas”. El académico también fue capaz de ver el reverso de la moneda: “Una desventaja es que han cambiado su estilo de vida. Hay comunidades a las que se les entregaron paneles solares y dicen que no sirvieron porque conectaron equipos de sonido, televisores y se necesita un cambio de vida en las comunidades”.
Pares, consciente de los retos que está dando la llegada del futuro, está listo para dar el gran paso hacia un mundo mejor: la utilización de energías limpias.