
Los escopeteros se llamaban. Empezaron a aparecer a finales de la década del setenta en el Magdalena Medio. Se defendían de las extorsiones de las FARC en esa región a pequeños finqueros. Se organizaron en torno a un campesino que había llegado de Sonsón. Se llamaba Ramón Isaza. Los hacendados de Puerto Triunfo reunieron un millón de pesos con las que Isaza compró ocho escopetas para sus hombres. Pronto los escopeteros fueron creciendo, pasaron a ser 24 en unos cuantos meses y su área de infuencia creció a los corregimientos de Las Mercedes, Doradal o Puerto Pedrales. Poco a poco dejaron de llamarse escopeteros para formar parte de las Autodefensas del Magdalena Medio de Puerto Boyacá, amparados por políticos como el congresista Pablo Emilio Marín y hombres que sabían de lo militar como Henry Pérez, paramilitar que estuvo implicado en el asesinato de Luis Carlos Galán.
Junto con su padre se desmolivizó en el 2006, acogiendose a Justicia y Paz, pero poco después traicionó ese pacto y formó su propia banda criminal, llamada el Clan Isaza que poco después se fusionaría al Clan del Golfo. Según el diario El Colombiano “Terror” como lo llamaban, manejaba las rutas del narcotráfico y de ensañarse contra líderes sociales de la región. Gustavo Petro también se pronunció sobre su muerte y afirmó que era un “paraterrateniente” señalado de haber asesinado a varios miembros del Pacto Histórico en Antioquia.
Su muerte constituye un golpe duro a las finanzas del Clan del Golfo en Antioquia.