
En toda una gira de medios ha resultado la llegada al país de uno de los más excéntricos narcotraficantes que tuvo el Cartel de Medellín. A pesar de que estaba seguro en Alemania, país al que llegó después de cumplir su condena en Estados Unidos debido a que su padre había nacido allí y por eso tenía la nacionalidad, decidió regresar a Colombia. Una cuenta pendiente con la justicia lo detuvo durante dos días. Sus abogados al fin consiguieron su boletad de libertad.
Una de sus declaraciones que más controversia ha tenido es el haberse desligado del asesinato de quien fuera ministro de justicia de la presidencia de Belisario Betancur, Rodrigo Lara Bonilla, este asesinato supuso el fin de la vida pública de Escobar y sus socios. Terminarían para siempre sus intentos de hacer política. La familia de Pablo Escobar se ha pronunciado. Eso sí, ni María Victoria, su esposa, ni sus hijos Manuela y Juan Pablo, afincados en Argentina, no han dicho nada pero sí uno de sus sobrinos, Nicolás Escobar Urquijo. Es una absoluta mentira que Escobar no haya tenido nada que ver con las decisiones militares que se tomaban en esta organización criminal:
Lehder, mientras fue miembro del Cartel de Medellín se conoció por sus desafueros. A diferencia de Escobar su consumo de drogas era excesivo y, además, se conocieron asesinatos a algunos de sus guardaespaldas y trabajadores de sus socios. Incluso Escobar Urquijo recuerda que en una de las fiestas que compartió su tio con el capo recién expatriado ocurrió una tragedia, Lehder decidió asesinar a uno de los trabajadores de la Hacienda Nápoles, el lugar preferido de Escobar. Lehder estuvo a punto de ser ejecutado por la afrenta pero, al final, decidieron fue expulsarlo de la propiedad. Tiempo después, a sabiendas que ya la DEA le seguía los pasos a un cada vez más descuidado narco, Escobar entregó a su socio y se ganó un punto con el gobierno de Virgilio Barco.