Frankenstein de Guillermo del Toro ¿Obra maestra o una tontería?

Frankenstein de Guillermo del Toro ¿Obra maestra o una tontería?

Frankenstein de Guillermo del Toro ¿Obra maestra o una tontería?

Frankenstein de Guillermo del Toro ¿Obra maestra o una tontería?

Frankenstein de Guillermo del Toro ¿Obra maestra o una tontería?

En 2020, Netflix se acercó a Guillermo del Toro, poco después de su atronador triunfo con La forma del agua, y le dijo que iba a tener libertad absoluta para hacer dos obras. Las que quisiera. El mexicano tenía dos sueños. Uno era hacer Pinocho. En 2022 se estrenó, fue un éxito rotundo, una belleza conmovedora, como todo lo que hace Del Toro. Pero la otra obra sería “compleja”, “difícil”, así se lo advirtió a los productores en Netflix. Era Frankenstein, la adaptación de la novela de Mary Shelley. Casi todo el mundo conoce el mito que rodea la creación de esta obra, la primera en la historia de la literatura que aborda un tema tan actual como la IA. Fue a principios del siglo XIX, el lugar fue en Villa Diodati, una mansión ubicada en Cologny, Suiza, bordeando el lago de Ginebra. Allí pasaron una noche de tormenta los escritores: Lord Byron -quien era el propietario-, el poeta Percy Shelley, su esposa Mary Shelley y un personaje un tanto oscuro, un outsider de los círculos literarios, John Polidori, quien era el médico personal de Byron. Para combatir el tedio jugaron. Tenían que crear esa noche el cuento más aterrador. Byron y Percy escribieron un poema, pero Polidori, con El Vampiro, un cuento además creado a partir de la idea que tenía de su jefe, y Mary Shelley con Frankenstein, romperían para siempre el universo del horror.

Frankenstein ha sido adaptada innumerables veces. En 1931, Universal Pictures empezó a apostarles a los monstruos. Contrataron a un director notable, James Whale, y adaptaron por primera vez al monstruo, encarnado por el inigualable Boris Karloff. Esa película de hace casi cien años fue la que encendió la imaginación de Guillermo del Toro siendo un niño. Ha afirmado en múltiples entrevistas que siempre la quiso rodar. Ahora lo pudo hacer y sin la presión de tener que llevar a la gente a una sala de cine. Se exhibirá en muy pocas salas y el gran consumo será en el streaming. Hasta el momento es uno de los grandes éxitos del año en Netflix porque ha sido vista 29,1 millones de veces, nada mal para tener apenas una semana. Las críticas han estado divididas y el gran debate tiene que ver con la adaptación.

Cada vez que es llevada a proyecto visual una obra literaria debe pasar por este debate. ¿Está dignamente adaptada? Debido a la gran polémica, la revista norteamericana Variety decidió contratar a la profesora Julie Carlson, profesora de inglés de la Universidad de Santa Bárbara y una experta en el romanticismo. El romanticismo fue una corriente del siglo XIX que se internaba en los laberintos más oscuros del alma humana. Más que con el amor tiene que ver con lo gótico, el terror. El dictamen de Carlson apaga cualquier conato de crítica por parte de los que han dicho que la obra es inferior a la novela. Ella afirma: “Del Toro siente un verdadero cariño por el libro y por la brillantez de Mary Shelley” y además subraya: “es fiel a la estructura narrativa en marcada, a la forma en la que Víctor y la Criatura cuentan su propia historia y al lenguaje del libro”. Acá hay que aclarar algo, esta novela tiene doscientos años y ya el lirismo que rezuma en sus páginas es algo anacrónico al presente. Del Toro sabe marcar diferencia con esto.

Carlson se extiende más allá y da estas pinceladas:

“Creo que la película reduce el fuerte componente de crítica social que tenía la novela. Su enfoque es más estructural: habla de la guerra, el militarismo, el capitalismo… lo cual está bien, son temas que nos siguen preocupando. Pero en el libro —y en otras adaptaciones— la compasión hacia la Criatura nace del rechazo que sufre por su aspecto. Es una historia sobre cómo te perciben los demás. La película no aborda tanto eso, especialmente al principio. En la novela, Víctor huye aterrorizado en cuanto la Criatura abre los ojos; aquí, en cambio, cuida de ella un tiempo antes de marcharse frustrado. No es fiel al libro en ese punto, pero sí en la exploración de la maternidad, la paternidad y la responsabilidad hacia tus “hijos”, sean bebés o libros. Frankenstein se ha leído a menudo como una alegoría sobre los oprimidos; la película no es tan explícita en cuanto a la opresión femenina o la esclavitud, aunque esos temas están latentes.

En lo particular, Frankenstein de Del Toro es un clásico inmediato, una alucinación con un monstruo realmente hermoso como es Jacob Elordi. Ojo, el actor norteamericano que fue descubierto gracias a la fiebre que produce la serie Euforia podría ser uno de los candidatos al Oscar. Una película tierna, arrobadora y, sobre todo, hermosa. Fue estrenada en Netflix, ideal para este fin de semana.

Frankenstein de Guillermo del Toro ¿Obra maestra o una tontería?