

Todo progresismo termina entre los habitantes de Teusaquillo, de algunos estudiantes de la Universidad Javeriana, cuando se habla de los Embera que están asentados en el parque Nacional. De manera ininterrumpida han estado ocupando este espacio desde el 2019. Todos hablan de los problemas de salubridad, del olor que expide la presencia humana. Algunos se conduelen, acaso con algún tipo de hipocresía, por los menores que han muerto en la larga estadía debido a las duras condiciones que impone la noche bogotana, pero pocos se preguntan cuál es la razón de la protesta, porque no sufre sólo el anfitrión sino sufre también el que llega.
Diversas alcaldías como la de Claudia López y esta, de Carlos Fernando Galán, además de los gobiernos de Iván Duque y Gustavo Petro han sido incapaces de sentarse con ellos y darles vía libre a lo que están pidiendo: que existan condiciones de seguridad dignas para regresar a sus territorios. Los primeros indígenas llegaron en el 2018, en pleno gobierno Duque, huyendo de los grupos armados que empezaron a poblar sus tierras después de la pésima implementación de los acuerdos de paz. Otra vez tenían que pagar y de qué manera el impacto de que acá existe más territorio que estado. A los líderes Embera de Risaralda y Chocó los amenazaban y los estaban matando así que para hacerse escuchar hicieron a lo que están acostumbrado desde hace más de quinientos años: resistir.
Llegaron en andanadas de a 2000, nunca hubo condiciones para darles techo. Toda visita se vuelve complicada después de la tercer semana así que los albergues fueron insuficientes y los Embera, sabiendo del problema histórico que ha tenido la clase dirigencial asentada en Bogotá desde hace siglos para cumplirles sus promesas, decidieron quedarse a la brava en tres puntos de la capital, la UPI Florida, la UPI la Rioja y el Parque Nacional.
Según informó El Tiempo, después de conversar con Isabelita Mercado, alta consejera para las Víctimas, Paz y Reconciliación, de los 1.680 indígenas que en este momento están asentados en Bogotá 1300 están dispuestos a irse. Según lo confirmó el Distrito, los grupos priorizados para este retorno son: 794 indígenas hacia el resguardo Alto Andágueda, en Chocó, y 298 y 398 hacia el municipio de Pueblo Rico, en Risaralda.
La Unidad para las Victimas está a cargo del retorno brindando y comprometiéndose a que no correrán riesgos al regresar a sus lugares de orígenes, algo de lo que han sido incapaces los dos últimos gobiernos nacionales. Ya se han ido un par de veces y han tenido que regresar porque los compromisos no se cumplen. Esta vez la ruta está clara y definida. En los resguardos ya se cumple con la presencia del ICBF, la policía y la defensoría del pueblo. Se espera que se termine de firmar los compromisos esta semana para iniciar el tan ansiado regreso. Los Embera, más que los vecinos del parque Nacional, son los primeros que quieren volver al lugar donde lo han sido todo.