El hombre de confianza de Uribe que mandó a matar a Garzón y quería acabar con la izquierda colombiana

El nombre se repite una y otra vez. Se llama José Miguel Narváez. Durante muchos años fungió como un colombiano respetable. Economista de la Universidad Santo Tomás, padre de familia abnegado, profesor universitario, era un apasionado anticomunista. Mientras muchos “colombianos de bien” se acercaron a los paras para lucrarse del despojo, del narco, Narváez lo hizo por pura convicción. Hace unos años escribí un perfil sobre él. En 2015, cuando fue condenado por haber instigado el asesinato de Jaime Garzón, el país se enteró de su nombre. Reaccioné e hice un perfil. Conté lo que supe, que había sido un “estudiado y convincente” instructor de la Escuela Superior de Guerra y que a los paramilitares en Córdoba, exactamente en la finca Las Tangas, les dictó una cátedra que no deja lugar a dudas de sus intenciones: ¿Por qué es lícito matar comunistas en Colombia?

Narváez era un ideólogo, un tipo convencido de cuál era la misión en el mundo. Un fanático. Carlos Castaño lo admiraba, le creía todo lo que le decía y lo que le pedía. Llegaba con listas de nombres de posibles guerrilleros que se infiltraban en la sociedad colombiana, uno de ellos era Jaime Garzón, otra Piedad Córdoba. Al primero, su instigación sirvió para que Castaño lo asesinara. Los cinco años que vivió el menor de los amalfitanos -fue asesinado por orden de su hermano Vicente en el 2004 por querer negociar con los gringos- manifestó a su círculo inmediato haberse arrepentido de tomar esta decisión. A la segunda, a Piedad, la secuestró y a pesar de que Narváez le repetía al oído que tenía que matarla, la dejó viva.

Un cuarto de siglo después, Narváez está preso por el homicidio de Jaime Garzón y ahora le ha caído una condena por ordenar el asesinato de Piedad. Esto lo hizo cuando fue subdirector del DAS, cargo que le confió Uribe. En su lucha anticomunista, Uribe no se medía y necesitaba rodearse de gente de su entera confianza, gente de “mano dura y corazón grande”. La decisión la tomó la jueza Claudia Marcela Castro y, lo más llamativo de esta decisión, fue el efecto dominó que ha tenido y que afecta directamente a los hermanos Álvaro y Santiago Uribe Vélez como determinadores de dos defensores de derechos humanos. El primero de ellos fue Jesús María Valle, quien se cansó de demostrarle al entonces gobernador de Antioquia que había pruebas sobre una incursión paramilitar en La Granja y El Aro. Uribe no solo no lo escuchó, sino que lo señaló de ser partidario de la guerrilla. Valle terminó siendo asesinado. El otro crimen sobre el que ordenaron investigar fue el del valiente abogado Eduardo Umaña Mendoza, dirigente de la UP, un hombre aguerrido que fue asesinado en su propia oficina el 18 de abril de 1998.

Por el secuestro de Piedad Córdoba, Narváez deberá pagar 28 años de prisión. Las condenas empiezan a acumulársele. Además, deberá pagar una suma equivalente a 3.499 salarios mínimos. Narváez le pidió el secuestro de Piedad Córdoba porque, según él, tenía pruebas de su relación con los entonces guerrilleros del ELN Francisco Galán y Felipe Torres. Castaño, al final, tomó la decisión de liberarla.

La admiración de Castaño por Narváez se traducía en que cada vez que visitaba algunas de sus fincas en Córdoba para impartir su cátedra, ya fuera en La Veintiuna o La Quince, mandaba a matar novillos y hacer fiesta para recibir “Al doctor”. Se tiene evidencia de que Narváez le llevó los siguientes nombres a Castaño para que fueran asesinados: Álvaro Leyva, Manuel Cepeda Vargas, Wilson Borja, además de Garzón y Piedad.

En este punto del artículo, ustedes se pueden preguntar qué relación tendría Santiago Uribe Vélez quien, en 2024, fue absuelto por un juez del delito de conformación de grupos paramilitares. La razón podría ser la siguiente, la declaración de jefes paramilitares como Don Berna quien afirmó, en 2014: “El doctor siempre se jactaba de sus relaciones con miembros de la alta cúpula del Ejército, por lo tanto, para cualquier sugerencia y orientación se daba como un hecho que tenía la aprobación o el visto bueno de miembros de alto rango del Ejército colombiano”. Otros jefes paramilitares afirmaron que Narváez colaboró con el grupo Los doce apóstoles, con el que siempre se le ha relacionado al misterioso hermano del expresidente.

Mientras Narváez asesoraba a los paracos, iba ascendiendo en su carrera. El presidente Andrés Pastrana lo nombró asesor del Ministerio de Defensa y Uribe tomó, como una de sus primeras decisiones, nombrarlo subdirector del DAS y dejarle un tema espinoso como fue el de la inteligencia en la época de la Seguridad Democrática. Hay que recordar el episodio de las Chuzadas durante este gobierno y sus implicaciones contra la oposición. Narváez recibió otra condena por esas chuzadas.

Hay otro personaje que podría estar relacionado con Narváez y es José Félix Lafaurie. En 2019, durante el gobierno de Iván Duque, el duro de Fedegán se presentó en la terna para ser contralor. Los diez aspirantes fueron a un debate en la Cámara de Representantes. María José Pizarro, que en ese momento estaba en la Cámara, le preguntó al esposo de María Fernanda Cabal qué relación tenía con José Miguel Narváez. Exactamente la pregunta fue la siguiente: “¿José Miguel Narváez, exsubdirector del DAS, fue su asesor en el pasado?”. Pizarro lo que hacía era resolver una duda que inquieta a muchos colombianos y es saber si Narváez también asesoró a Fedegán. Inmediatamente, la bancada del Centro Democrático protestó. Óscar Villamizar aseveró que esas preguntas “están desviando el debate”.

En ese momento, el presidente de la Cámara era Alejandro Carlos Chacón quien, después de pedir orden, le preguntó a Lafaurie si quería responder la pregunta. El ganadero se quedó unos momentos en silencio y luego sacudió la cabeza como gesto para negarse.

Ahora nadie quiere ser mencionado en un mismo renglón que Narváez. Álvaro Uribe con su retórica laureanista ya llamó “miserables” estos señalamientos. El punto es que muchos poderosos están temblando ante esta nueva halada de pita de un caso que evidenció las relaciones entre funcionarios nombrados por Uribe y los paramilitares. Los hermanos Uribe Vélez no solo están temblando, también personajes como Lafaurie podrían sentirse inquietos ante preguntas que en el pasado solo fueron respondidas con el silencio.

 

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Iván Gallo

Es guionista de dos películas estrenadas en circuito nacional y autor de libros, historiador, escritor y periodista, fue durante ocho años editor de Las 2 orillas. Jefe de redes en la revista Semana, sus artículos han sido publicados en El Tiempo, El Espectador, el Mundo de Madrid y Courriere international de París.