
Toda una vida dedicada a defender los valores que promueve la izquierda para terminar siendo amenazado de muerte por una guerrilla que se dice enarbolar esas banderas. En esa terrible paradoja se encuentra Alvaro Jiménez, la mano derecha de Otty Patiño en la mesa de negociación con el ELN. A unos días de reiniciar los diálogos en Caracas, el jefe negociador del gobierno denunció a través de una carta, el plan de esta organización armada para matar a su asesor. A mediados del 2023 una escisión de este grupo, el Frente Comuneros Sur, se sentó a negociar con el gobierno. Jiménez lideró desde el gobierno estas conversaciones. Esta fue una de las razones por las que el Comando Central del ELN decidió levantarse de la mesa y no renovar el cese al fuego. Desde el pasado 3 de agosto se reanudaron los enfrentamientos con las fuerzas militares.
Estuvo sentado en otro momento en un momento crítico. Fue durante los años de la Seguridad Democrática. Mientras la democracia sufría el peor de sus atentados cuando los comandantes paramilitares Ramón Isaza, Ernesto Baez y Salvatore Mancuso entraron al congreso siendo aplaudidos por los padres de patria, el gobierno de Alvaro Uribe buscaba establecer puentes de diálogos con el ELN. De todos los grupos guerrilleros el que ha mostrado más dureza a la hora de negociar han sido los Elenos. En 1973 sufrieron su peor derrota, el desastre en la batalla de Anorí. Incluso el gobierno de Misael Pastraba alcanzó a dar como oficial la noticia de su desmantelamiento. Pero se levantaron de esa derrota, de la muerte de dirigentes históricos como Manuel “el cura” Pérez y hasta de divisiones dentro de su propio grupo, como sucedió a mediados de los noventa con la separación del Movimiento de Renovación Socialista quienes se integraron a la sociedad civil sin tener en cuenta lo que pensaba el Comando Central. Uribe, a pesar de su discurso belicista, buscó una salida negociada. El garante de esos diálogos fue Jiménez. Las conversaciones naufraron en el 2007.