
La oposición al presidente está empecinada en sacarlo del Palacio de Nariño. El argumento que tienen es el de que es indigno para el cargo. Se basan en la supuesta conducta inapropiada de Gustavo Petro. Estos rumores han subido en decibeles después de que se hiciera pública una carta de Alvaro Leyva, ex canciller, quien afirmó que Petro sufre de “drogadicción” y que se dio cuenta de esto en una visita a París en donde el presidente no llegó a tiempo para su viaje de regreso, dejando a la comitiva durmiendo en el frío del Charles de Gaulle a los periodistas que lo acompañaban. Hay que tener cuidado porque hace más de un siglo Laureano Gómez logró la renuncia de su archi-rival, Marco Fidel Suárez, del solio de Bolívar.
La presión se transformó en lo que los abuelos llamaban un sirirí. A Suárez lo dejaron en un callejón sin salida. No quedó más opción que dar un paso al costado. Los argumentos de Laureano era que Suárez había cometido indignidad contra el Estado nacional porque el banco con el que había hecho la operación tenía negocios con Colombia. Suárez ha sido uno de los pocos presidentes que han tenido que renunciar en ejercicio del poder. La última gran crisis institucional fue en 1996 cuando, después de que Colombia fuera descertificada por Estados Unidos, debido a los dineros calientes que entraron del Cartel de Cali a la campaña Samper, el presidente perdió la visa y llegó a debatirse su salida.