
La campaña electoral de 2026 ya está en el ojo público, moviéndose entre candidatos a granel, foros insulsos y procesos de unificación de partidos o listas con el fin de poder encontrar el “candidato digno” que logre unir sectores en medio de la polarización política que se vive en el país.
Tal y como avanzamos en el primer capítulo de este especial, la izquierda se mueve entre el Pacto Histórico, el famoso “Frente amplio” y la candidatura del cuestionado Daniel Quintero, que a hoy se erige como la “apuesta segura” del presidente Gustavo Petro.
Pero la tempestad en la izquierda es solo una línea, porque en el otro extremo del partidor político, las fuerzas de derecha, centroderecha y ultraderecha se mueven dispersas, sin cohesión y con proyectos independientes. Hasta el momento, el único que parecía haber logrado unificar una idea de candidato era el Centro Democrático, sin embargo, sus elegidos, se han dedicado a atacarse entre ellos y a “manosear” la memoria del candidato asesinado, Miguel Uribe Turbay.
Con todo este panorama dentro del espectro político se podía pensar que había llegado el momento del centro político, esa masa difusa de la política colombiana que todavía no ha logrado materializar el sueño presidencial. Sin embargo, lo único que tenemos claro a hoy es que el centro sigue sin encontrar una estrategia clara para reposicionarse en la agenda política, pues no hay que olvidar que meses atrás, precandidatos de este sector, como Claudia López y Sergio Fajardo, figuraban en los primeros lugares en las encuestas, lugares que no supieron mantener por diferentes razones, entre esas, la incapacidad de unirse y la incapacidad de ubicarse en el debate político con posiciones claras.
¿Quiénes son los precandidatos del centro?
Durante el inicio de esta etapa electoral, Pares ha rastreado un total de diez precandidatos presidenciales que buscan llegar a ocupar el principal cargo de la nación por este sector político. La primera en hacer pública su intención fue Claudia López, quien comenzó a moverse por los territorios, las mesas de trabajo con los gremios, los foros y los medios de comunicación regionales desde su regreso a Colombia a inicios de este año. El 3 de junio oficializó su aspiración presidencial al inscribir su comité “Con Claudia Imparable” para la recolección de firmas.
Por ahora, Claudia arrancó “sola” dentro de la carrera presidencial después de su renuncia al Partido Verde en mayo de 2024, por cuenta de las denuncias que vinculaban a miembros de dicha colectividad en el escándalo de corrupción de la UNGRD, lo que marcó una ruptura con el partido que la había impulsado políticamente por casi una década.
Otro nombre que figura en la contienda es el de Sergio Fajardo, quien por tercera vez consecutiva busca aspirar a la presidencia a través de su partido, Dignidad y Compromiso. Si bien es cierto que Fajardo recoge un sector importante del centro político, su figura se ha venido desgastando con el paso de los años, lo que deja en entredicho la fuerza política que todavía pueda tener.
La tercera precandidatura es la de Juan Manuel Galán, por el Nuevo Liberalismo, partido político del cual Galán se ha erigido como “dueño y señor absoluto”. Su candidatura nace con aire, sobre todo por la presencia de su hermano Carlos Fernando en la Alcaldía de Bogotá.
Galán se movió rápido en esta ocasión para evitar desastres como el de 2022. Entendió que, para ganar una simple consulta, se necesita fuerza política y estructura, es por esto por lo que desde los albores de la campaña propuso una alianza con el Partido Dignidad y Compromiso y el Partido Mira para unificar listas al Congreso.
Esta alianza tiene como objetivo buscar presentar listas conjuntas al Senado y a la Cámara de Representantes para las próximas elecciones. Sin embargo, nadie garantiza que esta alianza elija un candidato de peso, tal y como lo hemos advertido en análisis previos, los temores del pasado con esta coalición reaparecen debido a que puede terminar igual que la Coalición de la Centro-Esperanza, que fue la gran apuesta que impulsó el centro en 2022 y que terminó con una modesta votación en primera vuelta, con Sergio Fajardo como candidato.
A la postulación de Claudia López, Sergio Fajardo y Juan Manuel Galán se suma la del exdirector del DANE y exconcejal de Bogotá Juan Daniel Oviedo, quien oficializó su aspiración mediante la inscripción de su comité “Con toda por Colombia” para la recolección de firmas.
Posteriormente, entró a la escena el exministro del Interior Juan Fernando Cristo, cuyo partido político En marcha, pese a no contar con personería jurídica, anunció recientemente su alianza con el Partido Alianza Verde para presentar listas conjuntas al Senado y a la Cámara de Representantes en las elecciones al congreso de 2026.
Otras figuras de este espectro que han manifestado sus aspiraciones son: el exalcalde de Cali, Maurice Armitage; el exministro de salud, Alejandro Gaviria; el exalcalde de Medellín y gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria; el exalcalde de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga y la exdirectora de ASOCAPITALES, Luz María Zapata.
Como se ha dicho anteriormente, este espectro ideológico que representa en muchos sentidos la “moderación”, aún sigue sin poder marcar la conversación en la agenda política electoral producto de su falta de identidad y unificación de discursos, cosa que les hace mucho daño, pese a tener candidatos con una amplia experiencia en el sector público.

De figurar en las encuestas a desaparecer de la conversación electoral
Para nadie es un secreto que dentro de este sector son dos los nombres que despuntan, por un lado, aparece la exmandataria de Bogotá, Claudia López, quien, tras culminar su mandato en la capital, emprendió su campaña presidencial por todo el país y asumió un papel de critica constante al gobierno de Gustavo Petro, esto le permitió proyectarse como una precandidata fuerte, pues en las encuestas figuraba entre los primeros lugares.
No obstante, entre la fragmentación interna y las disputas que se dieron anteriormente en su antigua colectividad, el Partido Verde, su discurso de confrontación directa contra Petro y el ambiente de la tensa polarización entre las orillas políticas han debilitado gradualmente ese posicionamiento.
Y aunque Claudia sea una buena candidata, parte de su electorado no olvida que, en 2022, respaldó la candidatura presidencial de Petro, lo que hoy le pasa factura entre diferentes sectores que la perciben como inconsistente en sus apuestas políticas.
El otro gran nombre que aparece es el de Sergio Fajardo, el exalcalde de Medellín que se lanza por tercera vez a la presidencia en busca de que esta última sea la vencida. Fajardo ha sido una figura política de peso en los últimos años, sin embargo, su imagen se ha comenzado a deteriorar por ese fantasma de la “tibieza” con el que lo han graduado en las redes sociales.
Nadie niega su preparación y nadie niega que es un candidato serio en medio del despelote de candidatos que se presenta en esta elección, sin embargo, a la figura de Fajardo le falta algo para despertar ese último sentimiento de emoción que le permita dar el salto definitivo en la elección.
Y quizás el tema pasa por la incapacidad que ha tenido Fajardo para sentar una posición fuerte en momentos trascendentes en la historia reciente del país. A eso se le suma que no ha podido articular una verdadera estrategia que le permita capitalizar ese eterno cansancio que tiene la ciudadanía de la polarización política de “izquierda – derecha”.
Sin embargo, Fajardo no se rinde y no lo hace porque se da cuenta que sigue siendo la opción más fuerte dentro del desteñido centro político. Por esta razón y frente al debilitamiento en las encuestas, en agosto de 2025, llegó a su campaña Antoni Gutiérrez Rubí, un asesor político español que trabajó en la última instancia de la campaña de Gustavo Petro y de políticos argentinos como Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Claudia Sheinbaum en México.
Rubí es conocido por usar estratégicamente el alcance de las emociones políticas y las nuevas tecnologías. Para este asesor, los candidatos aburridos no ganan elecciones, algo que, sin duda, persigue a Fajardo en sus anteriores campañas y que, tal parece, lo sigue persiguiendo.
El enigma Galán
Quizás de todas las opciones del centro, la más enigmática es Juan Manuel Galán. Hasta el momento no le va bien en las encuestas, pero es un candidato probado y serio que cuenta con el andamiaje burocrático de la Alcaldía de Bogotá y que ha capitalizado a lo largo de estos cuatros años una estructura burocrática fuerte en diferentes territorios.
Galán intenta cambiar la estrategia, dejar de apelar al “espíritu” de su padre Luis Carlos, para moverse por las toldas del poder más tradicional. A partir de esta estrategia ha venido construyendo una estructura que se ve mucho más robusta que la de 2022 y que ya dio un primer golpe con la alcaldía de la capital.
Puede ser que Galán logre repuntar y llegar a ganar las consultas previas, pero para eso necesita dar su brazo a torcer y negociar con todos los partidos y los sectores del centro. Los errores de 2022 no pueden repetirse y eso, hasta el momento, parece un imposible para Juan Manuel Galán.
¿Y las otras candidaturas?
Pues si las candidaturas de Claudia y de Fajardo navegan en la incertidumbre, las de los otros candidatos “naufragan” sin sentido. Los casos de Alejandro Gaviria, que vuelve a la arena política, después de hacer parte del gobierno de Gustavo Petro y después de sacarle un libro en el que le dice todo lo que no le dijo mientras fue ministro, son de estudio.
Nadie sabe por qué Gaviria cree que tiene posibilidades políticas, ni tampoco qué posición o qué papel quiere tomar dentro de la discusión. Y más si se piensa que en sus últimos dos papeles políticos, primero como candidato dentro de la consulta de la Centro – Esperanza y después como ministro, terminó saliendo en medio del ruido, la confrontación y el aura de “traidor”.
Otras candidaturas más inviables son la de Luz María Zapata, quien fuera directora de ASOCAPITALES y quien, de un momento a otro, decidió aspirar a la presidencia. Y así, Maurice Armitage, Juan Carlos Saldarriaga, entre otros, que conforman el “coctel” total de aspirantes sin pergaminos, porque en Colombia para 2026, cualquiera puede (o cree que puede) ser presidente.