
En septiembre de 2025, Ecopetrol dio un paso decisivo al reactivar el diálogo con las comunidades wayuu de La Guajira, con miras a poner en marcha el proyecto eólico Windpeshi. Tras adquirirlo de Enel Colombia en julio, la petrolera estatal inició una serie de encuentros con líderes ancestrales y autoridades indígenas en los municipios de Uribia y Maicao, con el objetivo de socializar su propuesta de reactivación del parque y su línea de transmisión (Presidencia de la República, 2025).
Hasta la fecha, la empresa ha realizado 15 de las 30 visitas programadas. En estas reuniones, ha presentado su plan de trabajo en los frentes social, ambiental, técnico, inmobiliario y de seguridad, al tiempo que ha escuchado inquietudes de las comunidades sobre el impacto cultural, ambiental y económico del proyecto (El Tiempo, 2025). Muchos representantes wayuu han recordado que la paralización anterior obligó a varias familias a migrar en busca de ingresos, debilitando el tejido social local (La República, 2025).
Windpeshi está diseñado para tener 205 MW de capacidad instalada y contará con 41 aerogeneradores, lo que lo convertirá en uno de los proyectos eólicos más grandes del país y el primero 100 % operado por Ecopetrol. Se estima que entre en operación hacia 2028, evitando la emisión de más de 140 000 toneladas de CO₂ al año, el equivalente a retirar unos 90 000 vehículos de circulación (El Tiempo, 2025).
El hecho de que la reactivación se lleve a cabo en un marco de diálogo es especialmente relevante en el contexto colombiano. Numerosos proyectos de energías renovables en territorios indígenas han enfrentado tensiones y bloqueos por falta de consulta previa o beneficios tangibles para las comunidades (AP News, 2024). En La Guajira, varias empresas privadas abandonaron iniciativas eólicas por la compleja combinación de conflictos sociales, vacíos regulatorios y resistencia comunitaria (AP News, 2024).
Este nuevo proceso marca un hito histórico por cuatro razones principales. Primero, porque busca reparar el proceso social, reconstruyendo la confianza con visitas directas y mostrando sensibilidad cultural (La República, 2025). Segundo, porque da legitimidad a la transición energética: sin acuerdos con los pueblos indígenas, difícilmente se podrá avanzar de manera sostenible en el despliegue de energías limpias (Forbes, 2025).
Tercero, porque representa un cambio institucional estratégico: que la petrolera estatal, tradicionalmente asociada con combustibles fósiles, lidere un proyecto de esta magnitud en renovables desde la concertación comunitaria es un símbolo de transformación (Presidencia de la República, 2025). Y cuarto, porque este enfoque puede convertirse en un modelo replicable para otros proyectos en territorios indígenas, donde la consulta previa de “papel” ha sido insuficiente y ha derivado en legítima resistencia (AP News, 2024).
El cronograma prevé que las jornadas de diálogo concluyan en noviembre, momento en el cual se espera haber avanzado en acuerdos y consultas previas formales. Si estos esfuerzos prosperan, Windpeshi no solo será un parque eólico estratégico, sino también un símbolo de convergencia entre el desarrollo energético y el respeto a la diversidad cultural y ambiental de Colombia (Presidencia de la República, 2025).