
El flujo de noticias constante hace que la información sobre el Catatumbo se convierta en paisaje. Es como si fuera el orden natural de las cosas: los secuestros, las amenazas, los combates. Esta semana, desde la Fundación Pares, reportamos que la situación es de caos total y que el ELN sigue controlando vías importantes de esa región del país. Además, deciden lo que va y lo que no va. En uno de los graves hechos recientes está la retención de una misión de verificación de la ONU por parte de hombres pertenecientes al frente 33 de las antiguas FARC. El hecho ocurrió en la vía que comunica a El Tarra con El Carmen. La misión apoyaba a unas familias campesinas que habían abrazado la opción de dejar de sembrar cultivos ilícitos. Son cinco los miembros de la ONU que fueron retenidos durante unas horas. Ellos ya se encuentran en Cúcuta.
El pasado domingo llegó a Cúcuta una minga con 900 indígenas de la etnia Barí, que le exigen al gobierno tener siete voceros en la mesa regional para que su voz y peticiones se escuchen con mayor fuerza en la capital. Los barí han tenido reuniones previas con delegados del gobierno, pero ahora con la única persona que quieren hablar es con el propio presidente Gustavo Petro. El centro de Cúcuta ha sido el epicentro de una protesta pacífica, pero que terminará demorándose lo que deba tardar porque los indígenas están decididos a dejarse escuchar por el alto gobierno. La base de la protesta también radica en el incumplimiento por parte del gobierno frente a la sentencia de la Corte Suprema de Justicia T-052 que protege los derechos de cerca de 4.000 personas que pertenecen a esa comunidad.
A esto se suma el secuestro de una profesora en el municipio de Convención, que pertenece a la región del Catatumbo y a las amenazas que sufrió el vicepresidente del comité de permanencia por la defensa de los derechos humanos, Manuel Velasco, quien fue víctima de ataques a través de internet por parte de un supuesto miembro del frente 33 de las disidencias FARC.
Las unidades de drones con los que atacan a la fuerza pública o con los que hacen directamente atentados son un peligro siempre latente, así como los asesinatos, la extorsión y el secuestro no solo en el área urbana de Tibú, uno de los municipios más importantes del Catatumbo, sino también en Cúcuta. Lo que pide la comunidad Barí, que lleva más de 400 años soportando el embate del hombre blanco, es que el presidente haga presencia, que se hagan acuerdos sólidos y que se termine de una vez por todas la retórica.