Democratizar el conocimiento

Entre el 20 y el 26 de octubre de 2025 se celebra la Semana Internacional del Acceso Abierto. Con esta festividad, la comunidad académica y científica y el movimiento mundial del procomún quiere dejar claro que el conocimiento —sea este una idea, una información o un dato intangible— debe concebirse como un bien público universal; como un bien especial al que tiene derecho toda persona, independiente de si cuenta o no con los recursos para acceder a él.

Esta defensa del conocimiento como un bien público universal se debe a que, desde hace varios siglos, en el sistema económico de mercado se ha posicionado la idea de que el saber le pertenece, de manera exclusiva, a aquellas personas que han invertido en su producción. Una mercancía que debido a la inversión inicial que se hace en su producción se tiene el derecho a usar y patentar; excluyendo a todo el resto de la humanidad de su uso, si no pagan por adquirirla.

Esta idea ha provocado que en el capitalismo el conocimiento se privatice, incluso, a pesar de que su consumo no reduce el beneficio por el consumo de otros. Es un sistema económico en el que millones de conocimientos —que antes eran ancestrales pues habían pasado de generación en generación, de una cultura a otra— ahora se privatizan, quedando en manos de la persona o empresa que  lo patenta, le pone un copyright o una licencia.

Lo que se hace en la Semana Internacional del Acceso Abierto es luchar contra esta lógica mundial. Se pelea contra el cobro por el acceso y uso al conocimiento; contra el capitalismo cognitivo, que ha convertido el saber en una mercancía para la explotación y uso exclusivo de unos cuantos. Esta semana se le recuerda a la humanidad que hay que ponerle límites al capitalismo extremo. Que es necesario buscar un equilibrio entre el deseo de ganancia y la necesidad de trabajar conjuntamente por el bienestar humano.

Y es que la producción y acumulación de conocimiento e información y su aprovechamiento, individual y colectivo, ha sido la manera más eficaz como la humanidad y el homo sapiens ha logrado sobrevivir y avanzar en la historia. Desde la antigüedad los seres humanos, que viven y producen en comunidades, han generado saberes con los que logran crear mejores condiciones de vida para el conjunto de la sociedad. Saberes que se han convertido en valiosas herramientas para luchar contra el hambre, la adversidad del clima o las enfermedades.

Pero, como se advierte, estos saberes universales intangibles vienen siendo privatizados y puestos al servicio de unos cuantos, aquellos que pueden pagar por el acceso y uso. De allí que sea necesario, en días como estos, trabajar en la defensa y promoción del Acceso Abierto. En parar, al menos una semana, y pensar en alternativas para eliminar las barreras que la gente tienen al conocimiento y la información; formas de hacer que una persona o una comunidad pueda acceder a un costo cercano a cero al saber.

Es necesario que todos los habitantes del planeta nos pongamos como trabajo construir y preservar los ecosistemas de información de acceso libre y sin trabas; preservemos los conocimientos útiles para la vida y podamos usarlos sin costes ni permisos. Que solo requiera para su uso, de un celular o un computador y una conexión a la internet; además, agradecer a los autores por su esfuerzo, es decir, respetar los derechos morales de propiedad intelectual sobre sus obras (licencia Creative Commons), como lo sugiere la nobel de Economía, Elinor Ostrom.

Es decir, estamos en una semana donde se nos recuerda que como colectivo debemos trabajar y avanzar para que cualquier persona en el mundo pueda buscar, acceder, descargar, leer, copiar, distribuir, imprimir y disfrutar del saber universal. Posibilitar que cualquier persona en el mundo pueda entrar a una revista en línea o una biblioteca pública y leer los avances científicos para que los aproveche en aumentar su bienestar o el de su comunidad. Un recurso de uso común donde prime la gratuidad y no se encuentren con obstáculos financieros, legales o técnicos que les permita aprovechar los avances del conocimiento.

Eso sí, hay que reconocer que, por el momento, es necesario respetar los acuerdos legales que tienen con aquellas personas que han invertido y producido ciertos conocimientos. Muchas empresas realizan grandes inversiones, movidas por la ganancia, para obtener avances tecnológicos; estos acuerdos es necesario respetarlos, pero la ganancia debe ser justa y proporcional a la inversión, y una vez se retribuya debe avanzarse en liberar este conocimiento para aprovechamiento de la humanidad.También reconocer que muchos de los saberes que se generan en el mundo se 

obtienen con fondos públicos —los que crean en las universidades e institutos estatales en todo el globo—. Por tanto los hallazgos y resultados de esas investigaciones deberían ser propiedad colectiva y no quedar en manos de los privados. No es justo, ni conveniente, que el conocimiento que se produce en estos centros de pensamiento sean aprovechados por las empresas privadas, que cobran y se enriquecen con este.

Lo que lleva finalmente a decir que, se requiere retomar la senda de invertir más recursos por parte de los Estados y la sociedad en las instituciones de educación superior públicas. El mundo necesita más investigadores que produzcan, almacenen y pongan a disposición conocimientos. Necesitamos más bibliotecas virtuales, más sitios web donde se preserve el conocimiento universal y lo pongan al servicio de la humanidad de manera oportuna, segura y gratuita. De esta manera, los conocimientos, que pueden ser locales o nacionales, tendrían repercusiones beneficiosas globales.

En definitiva, estamos con la Semana Internacional del Acceso Abierto trabajando en la democratización del conocimiento; en avanzar en colectividad para el fomento del desarrollo social y democrático; y en defender el bien público universal del conocimiento, para que más y más personas se beneficien de este bien. Fortaleciendo valores como la solidaridad, la cooperación, el procomún y la justicia cognitiva con los pueblos; y defendiendo el conocimiento como un bien común global.

* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.