
En las últimas semanas, Gustavo Petro ha dejado de delegar su músculo político para asumirlo en primera persona. Ni los intentos de Benedetti ni el protagonismo de Sarabia lograron consolidar una operatividad efectiva entre la Presidencia y el Pacto Histórico; por eso, el propio mandatario ha decidido en los últimos días ocupar ese vacío. Consejos de ministros televisados, reuniones de bancada controladas por él mismo, reuniones con comunicadores de ministerios y encuentros con influenciadores progresistas están marcando el inicio de una nueva fase donde el presidente ya no es solo jefe de Estado, sino también operador directo de su coalición.
El trasfondo de esta decisión no es menor. A las puertas de una consulta interna dentro de su bloque político prevista para el 26 de octubre, y en medio de la incertidumbre jurídica por su personería jurídica en disputa, el Pacto Histórico enfrenta una encrucijada: o logra articularse bajo la conducción del presidente, o corre el riesgo de fragmentarse en el momento más decisivo de su supervivencia política. En ese escenario, Petro se ha vuelto simultáneamente en la tabla de salvación y en la muestra más evidente de la debilidad estructural de la coalición que lo llevó al poder.
—Petro se ha convertido en su propio operador político

Ni Benedetti, ni Saade estuvieron tan articulados a la dirección política del Pacto Histórico como lo ha estado el presidente en las últimas semanas. Ha coordinado varias reuniones entre su bancada en el Congreso y presidencia, además de haberse reunido ya con los influenciadores progresistas y con los jefes de comunicación de cada ministerio, y de haber ritualizado cada uno de sus Consejos de Ministros televisados por los canales institucionales.
No es para menos. El diagnóstico que hace el gobierno frente al nuevo rol que cumple el presidente es que ninguno de los operadores políticos que ha tenido ha funcionado en su ejercicio de coordinar y gestionar acciones entre su bancada y su propio partido, y para esta fase (pre)electoral, ha decidido él mismo encargarse de la tarea de esta organización.
Esto contrasta bastante con la distancia que tenía Petro de sus ministros y de sus congresistas, especialmente durante el tiempo en el que Laura Sarabia ejerció como jefe de Despacho y directora del DAPRE, en la que canalizó la operatividad política en sus manos, a costa de aislar al propio presidente y filtrar su propio círculo más íntimo. También contrasta con el rol de sus ministros de Interior, donde ha puesto a Benedetti en un rol más cercano al control interno y la gestión dentro del gabinete ministerial, luego de los fracasos legislativos que ha tenido en los últimos meses, mismos que tuvieron también Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco y Alfonso Prada.
Ahora, el presidente ha canalizado esa operatividad política dirigida hacia dos grandes tareas. La primera (y la más existencial) tiene que ver con la supervivencia política del Pacto Histórico tanto como bancada en el Congreso como opción de poder de cara a las elecciones de 2026; la segunda, está mucho más motivada por recuperar el control, tanto de un gabinete como de una bancada, que durante la mayor parte de estos tres años ha carecido de una orientación política y programática clara.
Frente a la primera tarea, el gobierno ya se ha reunido cuatro veces con su bancada. En estos encuentros (que el mismo presidente controla tanto en su metodología como en sus conclusiones, como lo afirma El Espectador) el presidente ha hecho énfasis, prácticamente, en cuatro puntos:
- La urgencia de mantener la unidad del Pacto Histórico como bloque unido de las izquierdas, de cara a conformar el Frente Amplio.
- La necesidad de definir una cantidad menor de candidaturas.
- Permitir la participación de figuras “diversas” (posiblemente en referencia a Daniel Quintero).
- Consolidar una ofensiva mediática importante en redes sociales y desde los medios públicos (que ya se ha venido realizando, como lo hemos reseñado en este artículo).
Por el lado de la segunda, el presidente sigue dando instrucciones desde los Consejos de Ministros y desde otros espacios para que no exista mayor dispersión comunicativa y ha pedido a su gabinete tomar acciones y decisiones, incluso si estas pueden ser cuestionables o irregulares, como ha venido pasando con el nombramiento de Juliana Guerrero como viceministra de Juventudes del Ministerio de la Igualdad, o la gestión de las mesas técnicas de la UPC con EPS y otros actores por parte del ministro Guillermo Alfonso Jaramillo.
—Entre la disolución y la consulta interpartidista

No obstante, el panorama que más abruma ahora mismo al Pacto Histórico, tiene que ver con la decisión del Consejo Nacional Electoral del pasado 17 de septiembre, en la que entregó una personería jurídica parcial al nuevo partido, con la salvedad de que a este no se pueden unir ni la Colombia Humana (por problemas logísticos frente a sus estatutos en el momento de la votación por la fusión con el Pacto) ni Progresistas (partido de María José Pizarro, cuya personería jurídica será válida cuando el CNE decida de fondo sobre las investigaciones contra el partido MAIS, del cual se escinde).
Esto es importante porque la consulta interna que tenía prevista el Pacto Histórico para poder definir sus candidaturas presidenciales y las listas que competirían por un cupo a la lista de Senado y Cámara estaba proyectadas para el próximo 26 de octubre. Sin embargo, con la decisión del CNE y ante el temor de no quedar inhabilitados por doble militancia, en el alto gobierno se evalúan soluciones para salir del impase.
Según El Espectador, estaría rondando la posibilidad de que la Colombia Humana decidiera disolverse como partido, para permitir que candidaturas que aún no tenían su aval y militantes pudieran unirse al nuevo Pacto Histórico, bajo el riesgo asumido de que los parlamentarios de esa colectividad no podrían presentarse para un nuevo período legislativo, porque precisamente quedarían inhabilitados.
Esto no sería nuevo. Ha sido siempre una tendencia de Gustavo Petro ir saliendo de cualquier colectividad política que ya no sirva a su momento coyuntural. Lo hizo cuando pidió a una parte del movimiento Progresistas (que lo llevó a la Alcaldía de Bogotá en 2011) renunciar a la colectividad para ingresar al Partido Alianza Verde y sobrevivir políticamente desde allí, en 2014 (de ahí el origen de figuras como Angélica Lozano y Antonio Navarro Wolff, que para ese momento provenían del movimiento de Petro), así como cuando también decidió consolidar la Colombia Humana como movimiento político para impulsar su candidatura en 2018 y la de Hollman Morris en 2019, antes de que recibiera la personería jurídica en 2021 como parte del Estatuto de Oposición.
En este caso, Petro estaría incitando a que sucediera un escenario similar al de 2014, haciendo que una gran cantidad de los militantes de la Colombia Humana se terminen integrando al nuevo Pacto, a cambio de dejar morir su segundo proyecto político.
—El “tiempo extra” que pide el Pacto a la Registraduría

Aquí entra el tema de los tiempos. El problema para el gobierno, si se decide la salida de la disolución de la Colombia Humana o cualquier otra, radicaría específicamente en que igual los tiempos no cuadrarían para que se puedan presentar listas conjuntas a Senado y Cámara y las precandidaturas antes del 26 de septiembre, que es la fecha límite que puso la Registraduría para la inscripción de candidatos.
De hecho, de ahí deviene la otra solución, que implicaría realizar una consulta interpartidista entre los precandidatos, presentándose cada uno con el aval de cada uno de los partidos que ahora mismo tiene el bloque de izquierdas: la Colombia Humana, Unitarios, Pacto Histórico y Progresistas. Pero, sin la personería firme del Pacto y de Progresistas, solo podrían presentarse dos candidaturas en esa contienda. En estos momentos hay diez precandidatos en lista para la consulta del 26 de octubre en ese bloque, por lo que tomar la vía interpartidista implicaría buscar avales en otros partidos y adelantar la competencia del Frente Amplio a cuatro meses y medio de las elecciones de marzo, lo que puede quitar moméntum y presencia pública, y desgastar al potencial ganador de esa contienda.
Del mismo modo, tampoco existe la posibilidad de que existan avales de cada partido para cada uno de los diez precandidatos. Muchos de los partidos que conforman bloques como el de Unitarios o del mismo Pacto no tienen personerías jurídicas propias, ya sea porque son agrupaciones novedosas (como la Minga Social e Indígena) o porque el Consejo de Estado les ha quitado la personería en los últimos meses (como Soy porque Somos, Poder Popular o Fuerza Ciudadana), por lo que la cantidad de avales disponibles dentro del bloque del Pacto se reduce a las que los tres partidos que integran ese colectivo (Polo Democrático, Partido Comunista, Unión Patriótica), junto con la de la Colombia Humana. Por el lado de Unitarios, aunque el Partido del Trabajo, el Partido Ecologista y Esperanza Democrática tienen personerías, aun no se tiene claridad sobre si estuviesen dispuestos a avalar candidaturas dentro de la consulta interpartidista del Pacto.
De hecho, el colectivo de Unitarios surgió como un escenario de izquierda alternativo que no quería plegarse a la lista cerrada que iba a sacar el Pacto Histórico.
Aun así, el presidente ha hecho un llamado constante a la unidad, y ha sido enfático en las últimas reuniones de su bancada (entre las que se encuentra Clara López, que aspira a la presidencia dentro del bloque de Unitarios y que piensa integrarse en la consulta del Frente Amplio de marzo de 2026) sobre la necesidad de que todos los bloques de izquierda existentes se unifiquen, para evitar el escenario de 2022, donde Fuerza Ciudadana no logró la personería, a pesar de las altas votaciones que algunos de sus candidatos tuvieron.
—A modo de cierre
Finalmente, algunos representantes del Pacto han solicitado, según información de El Espectador, a la Registraduría y al CNE que se aplacen las consultas hasta dos semanas después del 26 de octubre, en parte siguiendo el mismo contenido del fallo que da la personería al Pacto, que pone como límite el 8 de noviembre para que el CNE decida de fondo sobre las investigaciones dentro del Polo y dentro del MAIS. En ese caso, las listas al Congreso no serían votadas, sino que se construirían bajo consenso interno.
Sin una hoja de ruta clara y a pocas horas de que se acabe el plazo de inscripción, la solución de una consulta interpartidista se está haciendo mucho más viable, en medio de la puja que el bloque de izquierdas ahora mismo está teniendo con los organismos electorales. No obstante, ante la imposibilidad de presentar las diez precandidaturas y reducirlas a cinco, se abre el gran debate sobre quién se va a bajar para que quede una lista definitiva de cinco precandidatos.
Con el ambiente político crispado por las tensiones entre las candidaturas de Bolívar, Quintero y Muhamad, tal parece que esta decisión no será nada fácil dentro de la Colombia Humana, que también está en riesgo de desaparecer.
En últimas, el hecho de que Petro haya asumido la tarea de operador político de su propia coalición habla tanto de su capacidad de centralizar y articular como de las debilidades estructurales del Pacto Histórico. Por un lado, el presidente estaría logrando recuperar el control en un escenario fragmentado, marcar la agenda de las candidaturas y mantener viva la posibilidad de un Frente Amplio competitivo en 2026.
Pero, por otro, esta hipercentralización revelaría la falta de institucionalidad interna: sin Petro como eje, la coalición carece de mecanismos sólidos de coordinación, reglas claras de competencia y liderazgos capaces de sostener el proyecto más allá de él. Así, cada reunión, cada Consejo de Ministros televisado y cada decisión sobre las candidaturas, se convierte en una prueba no solo de su liderazgo, sino también de la viabilidad del Pacto como alternativa duradera de poder.