Cuando se llevaron para Estados Unidos a Carlos Lehder se especulaba mucho en la Colombia de los años ochenta sobre las condiciones de su detención. Un cuarto oscuro, en donde sólo se podía mirar por una mirilla, sin contacto con otros presos. Unas condiciones deplorables con las que Estados Unidos quería mandar una señal: el peor pecado que se podría cometer contra este país era intentar la fuga de capitales. Colombia entera había sido testigo del esplendor de Lehder. Su isla Cayo Norman, las leyendas que lo cobijaban, entre las que se contaba el secuestro a Ringo Starr y a Ron Wood, guitarrista de los Rolling Stones.
Pero los Lehder eran famosos en Quindío por sus negocios. El papá del ex narco fue un empresario alemán con una visión empresarial de avanzada. En 1983 tenía los siguientes negocios: Inversiones Cebú, Hotel Posada Alemana y la finca Pisamal. Pero el lugar más representativo es el terreno que se conocía como mirador de Salento. Este es el pueblo más visitado del eje cafetero, pero, cuando Lehder compró este terreno en 1982 y empezó a construir su famosa Posada Alemana, en ese lugar de Colombia el turismo era incipiente. En la inauguración de la Posada fue el 8 de diciembre de 1982. Se escogió esa fecha porque Lehder era un fanático de John Lennon. El Ex Beatle había sido asesinado el 8 de diciembre de 1980 saliendo del edificio Dakota, lugar donde vivía en Nueva York. A Lehder le pareció un buen detalle inaugurar para conmemorar la fecha de la muerte de su ídolo y sorprender a los invitados con el descubrimiento de una escultura de John Lennon hecha por el maestro Rodrigo Arenas Betancur.
A esa fiesta de inauguración fueron personalidades de todo tipo, incluso poderosos de la iglesia como el cardenal Darío Castrillon, quien murió en el 2018, pero es el prelado colombiano que más cerca estuvo del popular papa Juan Pablo II. Lehder quería expandir el turismo desde el eje cafetero con su Posada Alemana. Entre otras atracciones estaba la de una pista de motocross en donde se realizaron varias competencias internacionales.
La Posada contaba con 24 cabañas todas con estilo suizo. Las cabañas eran de dos pisos, servicio de chimenea y televisión, tenía una discoteca propia llamada Quimbaya y su propio centro de convenciones. En medio de su locura, Lehder mandó a construir dos jaulas gigantes para encerrar allí a dos cóndores atrapados en el Cocora. Con su caída en 1987 la Posada Alemana pasó a ser ese lugar abandonado y comido por la humedad que hoy vemos cada vez que entramos a Salento. Pero la visión de Lehder se cumplió, y el Quindío se convirtió en uno de los grandes centros turísticos del país. Después de casi 40 años de ausencia, Lehder regresó al país en marzo y después de un inconveniente con su estado judicial salió libre. Aún no se sabe cuales verdades dirá.