Bajar Manguitos del árbol de los avales. (especial consulta 1)

La precandidata presidencial Susana Muhamad invitó a la militancia del Pacto Histórico a reportar cualquier intento de colados en sus listas de avales, es decir, a reportar a personas provenientes de la política tradicional, con trayectorias y prácticas cuestionables que no representan la coalición de las izquierdas, pero esos manguitos deben bajarse con pinzas.  

Este llamado es muy importante, pues no podemos olvidar la experiencia de Jonatan Tamayo, más conocido como “Manguito”, que fue elegido en 2018 avalado en su momento por la Alianza Social Independiente – ASI en la Lista de los Decentes, acompañada por fuerzas progresistas como la UP y Colombia Humana. Sin embargo, una vez llegó al Senado, terminó apoyando al gobierno de Iván Duque y al Centro Democrático, en profunda contradicción con la plataforma política que le dio el aval. Este caso demostró que los partidos necesitan mecanismos sólidos de selección, formación y rendición de cuentas para evitar que sean simples fábricas de avales y las listas se conviertan en trampolines.

En ese sentido, la alerta de Susana se da justo a tiempo, pues estamos en pleno contexto previo a la consulta interna del Pacto Histórico, que será en octubre, donde se definirán la candidatura presidencial y el orden de sus listas al Congreso. En ese escenario, el ingreso de figuras cuestionables afecta la continuidad del proyecto político del cambio. Y se corre el riesgo de que el Pacto no logre diferenciarse de las viejas prácticas afectando la promesa de renovación. Sin embargo, debemos hacer una reflexión sobre cómo se aplican estas advertencias y se hacen estas invitaciones a denunciar, pues “bajar Manguitos” puede generar procesos de persecución interna contra liderazgos con menos respaldo o menor poder de negociación, que podrían ser fácilmente señalados sin tener los medios para defenderse.

Si bien Manguito nos mostró que abrir las puertas a candidaturas que no representan realmente los principios de la coalición termina afectando el proyecto político y la confianza por parte de la ciudadanía, la política transformadora no puede caer en la lógica de persecución sin criterios claros, porque entonces terminaría reproduciendo las mismas lógicas de exclusión que se critica. Entonces, aquí el reto está en definir filtros que protejan la coherencia ideológica, y que también reconozcan que las trayectorias políticas no son estáticas, es decir, que dichos criterios reconozcan que hay liderazgos que, viniendo de experiencias tradicionales, pueden hacer tránsito hacia los sectores alternativos, y esa posibilidad no puede descartarse.

No se trata de cerrar la puerta a quienes vienen de otras corrientes, sino de asegurar procesos de formación y compromisos políticos claros. Aquí la apuesta debe ser por candidaturas dispuestas a defender y promover un programa alternativo.

 

Y claramente este debate no puede quedarse en términos de “filtros”, se trata de promover una cultura política que no reproduzca las viejas prácticas oportunistas y clientelistas pero que tampoco caiga en sectarismos. Este es un excelente momento para reflexionar sobre cómo concebimos la democracia interna en los partidos, porque no es suficiente con pedir firmas 500 firmas para inscribir candidaturas, como lo hizo en los últimos días la Colombia Humana. Se necesitan debates serios y colectivos con capacidad de blindarse frente al oportunismo y que permitan que quienes integren las listas lo hagan desde un compromiso real.

La responsabilidad de quienes militan en el Pacto es bajar a los Manguitos consolidando y defendiendo su identidad política, demostrando que la intensión es ganar elecciones desde la construcción de alternativas sólidas.

De cara al 2026, si el Pacto quiere seguir siendo Histórico debe proteger su proyecto político.

* Durante el mes de septiembre dedicaré mis columnas de opinión a promover algunas reflexiones sobre la consulta de los sectores progresistas.