A Lidio García no le queda de otra que ser político. Su papá se llamaba igual que él, era médico y tenía, en su consultorio, en la parte más destacada del mismo, una foto del jefe conservador Laureano Gómez. Su mamá pertenecía, en cambio, a una de las familias más liberales del país: la de los Turbay. Se llama Cecilia Turbay y varios de sus familiares, según lo recuerda La Silla Vacía, han tenido líos con la justicia, dos de ellos, David y José Félix Turbay Turbay, fueron condenados por haber participado en el proceso 8.000, en los años de Samper.
Lidio García vuelve a ocupar el cargo para el que había sido elegido en 2019, el de ser presidente del Senado. Tiene 55 años y nació en El Carmen de Bolívar. No es conocido por su locuacidad a la hora de tomar el micrófono en el Congreso ni por sus propuestas. Como tanto político de región, se mueve con firmeza en lo que ha consagrado a tantos de su especie, una maquinaria política efectiva, a veces aplastante.
García es primo de figuras que despiertan polémica como el gobernador de Bolívar, Dumek Turbay. Empezó su carrera en la política a los 23 años, cuando fue concejal de su pueblo, El Carmen de Bolívar. Después pasaría a la Asamblea y seguiría un camino firme y sin tropiezos, amparado por ambos apellidos que lleva y contactos en las más altas esferas políticas. La primera vez que intentó ser senador fue en 2010 y, a pesar de los 35.000 votos que consiguió, no le alcanzó para serlo. Sin embargo, en esa legislatura estaría, ya que reemplazó a Piedad Córdoba. En 2014, ya con la maquinaria suficiente, llegaría a los 58.000 votos y conseguiría su curul. Cuatro años después, repetiría, alcanzando los 100.000 votos. En 2022 se convertiría en el séptimo senador más votado, alcanzando los 175.000 votos. Sin duda, es uno de los políticos más influyentes del país.
Hay datos que reflejan que Lidio García no necesita de la plaza pública ni de sacar demasiadas reformas para conseguir sus objetivos. En 2024 fue el congresista con más ausencias en el Senado, 44 inasistencias y un 63 % de faltas solo en el segundo semestre. Las excusas que presentó tenían que ver con calamidades domésticas y enfermedades oportunas. Ahora necesita estar sano, porque se viene un año duro en donde sus decisiones pesarán sobre el futuro del país.
El Senado tiene en sus manos la posibilidad de aprobar o no las reformas que enarbola este gobierno, empeñado en cambiar verdades históricas que hasta el momento han parecido irrefutables, como la brecha que persiste entre ricos y pobres. Petro viene de sostener una larga y dura disputa con el antecesor de García, Efraín Cepeda, ¿Se repetirá la historia? Según Armando Benedetti, actual ministro del Interior y operador político estrella de este gobierno, cree que sí, ya que está convencido de que se puede entender mejor que con Cepeda.
Según afirma la periodista Daniella Mazo González, su trayectoria no ha estado exenta de polémicas, ya que se le ha acusado de varios hechos de corrupción entre los que se cuenta haber sido “mencionado en investigaciones sobre corrupción, como en el caso del contrato del alcantarillado de El Carmen de Bolívar, una obra financiada con recursos gestionados por él, cuya ejecución fue cuestionada durante años. También fue señalado en la elección de la contralora de Cartagena, Nubia Fontalvo, y, recientemente, fue vinculado por el director de la Agencia Nacional de Tierras, Felipe Harman, a un presunto caso de acaparamiento de baldíos, que él calificó como persecución política”.
Él es la persona en quien los colombianos confían para que pueda legislar con responsabilidad y permita aprobar algunas de las reformas que impulsa este gobierno, convencido de que con ellas puede cambiar el rumbo del país.