Durante la alocución presidencial de este martes 15 de junio, el presidente Gustavo Petro dedicó unos minutos a hablar sobre su contendiente político Germán Vargas Lleras. El exvicepresidente vuelve a estar en horas bajas con su salud. El 22 de mayo pasado viajó a Houston, Texas, a someterse a una nueva cirugía, esta vez por una situación neurológica. Mientras era vicepresidente de Santos, sufrió un ataque en plena transmisión en vivo. Desde entonces, Vargas Lleras ha sufrido intensos chequeos, pero al parecer, tenía controlada la situación. Se mantenía activo, no solo en la arena política, sino desde la opinión. Su columna dominical en El Tiempo levantaba suficiente polvareda con sus posiciones, casi siempre en contra de Petro. Pero no volvimos a leerlo.
Desde las investigaciones de la fundación Pares, se ha cuestionado a su partido, Cambio Radical, por sus escándalos de corrupción, y al propio Vargas Lleras, por escenas como la de golpear a su escolta o regañar a sus asistentes. Pero esta nota recoge los momentos en los que ha tenido que sobrevivir a situaciones extremas uno de los políticos más representativos — y también cuestionados — del país.
La primera vez que le vio los ojos a la parca fue el 12 de diciembre de 2002. En ese momento era senador de la república, ya empezaba a acercarse a quien con el tiempo fuera uno de sus enemigos políticos, Álvaro Uribe Vélez, y su discurso contra las FARC se endurecía. Ese día llegó a su despacho y vio sobre el escritorio una agenda negra. No pudo reprimir la curiosidad, la abrió y explotó. Aturdido, fue atendido por sus escoltas y llevado de urgencia a una clínica en donde perdió su dedo meñique. En 2005, ya siendo un alfil de Uribe, un Corsa negro le estalló a 50 metros con 500 kilos de dinamita. Se salvó de milagro. Eso sí, cuatro de sus escoltas salieron gravemente heridos.
Unos años después, mientras buceaba con su hija Clemencia, una ola lo arrastró hasta una roca y le causó daños cerebrales. Fue en la isla de San Martín. Nieto de presidente, si alguien estuvo preparado para ser presidente, aparte de Juan Manuel Santos, era él. Ha hecho una exitosa carrera pública que lo ha llevado hasta la vicepresidencia del país, y es reconocido como uno de los mejores, sino el mejor, ejecutor. Pero una nube negra se le posó encima de su cabeza y lo acompañó a donde fuera. A veces lo traicionaba su mal genio y su ansiedad, la última escena ocurrió en 2024, cuando regañó de la peor forma a una asistente de su equipo de comunicaciones. Vargas Lleras, a pesar de todas las recomendaciones, se fumaba sesenta cigarrillos diarios, lo que terminó minando su salud, por supuesto. Se cuenta que esto influyó en sus relaciones personales, con sus parejas, e incluso en lugares de trabajo en donde era tal la compulsión de Vargas Lleras por el cigarrillo, que llegaba a fumar en lugares tan encerrados como los ascensores.
Siempre le vio la cara a la muerte. Su mamá murió de un infarto cuando él tenía 6 años, y se convirtió inmediatamente en el niño consentido de su abuelo, Carlos Lleras Restrepo. Lo criaron para eso, para ser el nuevo aspirante a la corona, y ha mantenido posibilidades de alcanzar la presidencia a pesar de las derrotas, incluso en los últimos meses ha figurado en la media tabla de las encuestas, pero las enfermedades, su mal genio y los escándalos de corrupción del partido que creó: Cambio Radical, lo están dejando, al menos por el momento, fuera de la carrera presidencial de 2026. Hoy le deseamos pronta recuperación en el nuevo desafío de salud que está sobrellevando.