
Las escuelas públicas en los Estados Unidos siempre han tenido un control sobre lo que leen los niños. Después de la Segunda Guerra Mundial, algunos libros como Mi lucha, las memorias que escribió Adolf Hitler en la cárcel, fueron censurados. Pero, desde que el señor Trump se posesionó por segunda vez como presidente, los títulos censurados simplemente se dispararon. Son cerca de 4.000 los libros que están contenidos en la lista. La preocupación es una sola: mostrar demasiado sexo y diversidad. Uno de los autores más vetados es Stephen King, el rey del horror. Los pacatos trumpistas no pueden con el autor de It. Pero llama la atención el veto a Gabo, sobre todo cuando sigue siendo su obra tan vendida y vigente en los Estados Unidos. Durante la pandemia, uno de los títulos más solicitados por los gringos fue precisamente la historia de amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza.
A Gabo también le están cobrando su posición pro-Fidel Castro, que mantuvo de manera coherente durante toda su vida. A pesar de esto, García Márquez mantuvo una excelente relación con expresidentes norteamericanos como Jimmy Carter y Bill Clinton, que siempre se ha contado como uno de los más fervientes lectores de su obra. En la lista, no solo están estas dos obras de Gabo y buena parte de las de Stephen King, sino que aparecen clásicos de la Literatura Latinoamericana como La casa de los espíritus de la autora chilena Isabel Allende en donde se recrea la represión de 1973, días después de que el general Augusto Pinochet encabezara un sangriento golpe de Estado contra Salvador Allende. La obra es hija del realismo mágico garciamarquiano y tiene un evidente contenido político.
Llama la atención que entre los títulos censurados también está Farenheit 451, la obra distópica de Ray Bradbury en donde muestra un futuro controlado por una policía de la moral que escoge títulos que no vayan de acuerdo con la moral impuesta y los quema. Farenheit 451 son los grados en los que se quema un libro. Estos vetos son estatales. Los furiosos cubanos anticomunistas que viven en Florida y cuyo máximo exponente es el secretario de Estado, Marco Rubio, lideran los vetos. Allí ya no se pueden leer 2.304 títulos. Casi que doblan al segundo estado con más censuras, el también ultraconservador estado de Texas. Ellos tienen 1.781 vetos. En el tercer lugar está Tenesse con 1.600.
La preocupación apunta a que los Estados Unidos vuelvan a tener uno de los episodios de conservadurismo más peligrosos de todos sus tiempos. Fue en la posguerra cuando se implantó una Blacklist donde consignaban los nombres de posibles auspiciadores del comunismo dentro de Hollywood y las artes en los Estados Unidos. No hay que olvidar que así bloquearon al más grande de los cineastas de todos los tiempos: Charles Chaplin, quien fue obligado a dejar los Estados Unidos. La historia es una serpiente que se muerde la cola y los tiempos oscuros vuelven a aparecer en el horizonte.