
Este no es un problema de este gobierno. Desde 2019, cuando estaba Iván Duque como presidente, están pidiendo lo mismo. Primero que, en sus territorios, la mayoría de ellos ubicados en zonas de guerra, los están matando, sobre todo a sus líderes. Además, necesitan acceder a la tierra. Uno de los grandes problemas de este país es el reparto de la tierra, la mayoría de ella está acaparada por unas cuantas familias. Y existe otro problema. Los niños embera están sufriendo de desnutrición. Mientras en el mundo civilizado los niños tienen infancias normales y llegan a edades adultas sin ningún tipo de problemas. Para los embera esto no es un derecho.
Las soluciones no las tiene el distrito. La alcaldía consiguió ser un puente con el gobierno a finales del año pasado. Pero los compromisos no se cumplieron y por eso los indígenas, acostumbrados durante siglos a la resistencia, han regresado y, además, serán más los que vuelvan. Vendrán desde Chocó en donde los grupos armados, con su minería ilegal y sus armas han invadido sus territorios. De los trescientos indígenas que llegaron al Parque Nacional setenta eran niños. Hay que recordar que en los años que duraron asentados en este lugar, desde 2021 hasta 2024, siete niños murieron por los rigores del clima y la incomodidad, y esto a nadie le importó.
Los embera están acostumbrados a resistir, lo hicieron desde que los primeros invasores llegaron en barco, les quitaron sus tesoros, sus vidas. Así que van a estar ahí hasta que el gobierno los escuche. Que lo vayan sabiendo los bogotanos: los embera están ahí porque nunca nos han importado, nosotros también somos culpables.