
El pasado miércoles 23 de abril el Estado Colombiano reconoció ante los familiares de Julio Daniel Chaparro su responsabilidad en el asesinato del periodista ocurrida el 24 de abril de 1991 cuando llegaron al municipio de Segovia a investigar las razones por las que paramilitares asesinaron a más de cincuenta personas en ese pueblo minero. Esta es su historia.
En 1991 ser periodista en Colombia era un acto de fe, sobre todo un periodista de investigación, de esos que denuncian. Entre 1986 y 1991, por culpa de los carteles de la droga y, sobre todo, de la extrema derecha, asociada con el lado más radical de las Fuerzas Armadas, asesinaron a periodistas de la talla de Jorge Enrique Pulido, Guillermo Cano, director del diario El Espectador y Diana Turbay. Julio Daniel también estaba en la mira de los violentos, no sólo por su posición de cero tolerancia con las mentiras que rodeaban la masacre de Segovia sino porque creía que ser periodista en Colombia requiere un coraje innegable. Se tenía que contar la verdad.