
Lo primero que se veía al entrar a la Posada Alemana, la inmensa propiedad que tenía Carlos Lehder en la entrada de la bajada donde empieza Salento, era un John Lennon hecho por el maestro Rodrigo Arenas Betancur. Cuando vino la debacle y Lehder, traicionado por su socio Pablo Escobar, fue entregado a las autoridades colombianas y después extraditado a los Estados Unidos, el John Lennon desapareció. Luego se ha presentado en varias exposiciones pero se sigue dudando de su autenticidad. Lennon era uno de los ídolos de un muchacho que se formó en los Estados Unidos y que a diferencia del resto de integrantes del Cartel de Medellín tenía algo parecido a lo que llaman “inquietudes intelectuales”.
Se han dicho varias mentiras sobre Lehder. Es verdad que sentía admiración por Hitler y el nazismo. Se deslumbraba al ver una esvástica y se sentía orgulloso de su sangre alemana. Pero es inexacto decir, como he visto en varios reportajes, que el padre de Lehder haya pertenecido al nacionalsocialismo. Wilhem Lehder era un ingeniero alemán que llegó al Quindío en 1920. En ese momento Hitler era un cabo de apariencia triste, casi que miserable, que intentaba organizar un partido a partir de unos veteranos de la Gran Guerra resentidos y despechados por la derrota alemana y por el Tratado de Versalles que le imponía a Alemania unos castigos que estuvieron a punto de aniquilarla. Se casó con una muchacha quindiana llamada Helena Rivas y se metió en el negocio de la construcción donde hizo fortuna. Lehder, cuando se convirtió al narcotráfico, lo hizo más por ambiciones de poder que por aspiraciones económicas, ya lo tenía todo.
Pero para Lehder la coca era el medio por el que pretendía conseguir un fin: el poder político. Creó en 1982 un movimiento llamado Movimiento Latino y Nacional que incluso en 1984 consiguió arañar tres escaños en el congreso y fundó el periódico Quindio Libre. En una de sus delirantes entrevistas Lehder afirma que la cocaína será una especie de bomba atómica que derribará a los Estados Unidos y restituiría la dignidad de los pueblos del tercer mundo oprimidos por su imperio.