
Latinoamérica vive un momento de tensión. La flota norteamericana amenaza con llegar al Caribe con toda su potencia y eficacia. El objetivo es desarmar y acabar con el régimen de Maduro. La supuesta invasión no viene solo acompañada de la presencia de marines. Desde el 1 de agosto, Estados Unidos ha sancionado a Venezuela, ya que dice tener las pruebas que comprobarían que esta es una organización criminal dedicada exclusivamente al narcotráfico. Insight Crime, el portal dedicado a la investigación, profundizó sobre esta organización y si bien queda claro que es una estructura dedicada a la corrupción más despiadada e inmoral en un país petrolero como Venezuela, y que ha contribuido a forjar una desigualdad sin precedentes, no es un cartel de la mafia.
Según los reportes del Departamento del Tesoro, entidad destinada a investigar cualquier tipo de irregularidad fiscal, el Cartel de los Soles es una red multinacional del crimen como el Tren de Aragua o el Cartel de Sinaloa. El narcotráfico es tan sólo un arma que se maneja contra Estados Unidos.
Con esto, no queremos negar lo evidente: que existe una serie de oficiales del ejército venezolano, algunos retirados, otros cercanos a Maduro, que están cerca al fuego del narcotráfico. Lo que informa Insight Crime es que esta no es una organización jerárquica en donde Nicolás Maduro es un cabecilla. El Cartel de los Soles está compuesto por oficiales del régimen que permiten corromperse por parte de los mafiosos poderosos que surcan los mares del Caribe venezolano y que han tenido una compleja red de corrupción en torno al régimen.
Carlos Lehder, en los años ochenta, usó una expresión que crispó los nervios del gobierno de Ronald Reagan en ese momento, que la droga se convertiría en una especie de bomba atómica contra los Estados Unidos: “Será peor que Hiroshima, la venganza de los pobres”. Desde entonces, se ha juzgado con toda la severidad a los carteles de la droga. Pero no existe evidencia de que el Cartel de los Soles use la droga como un arma contra los Estados Unidos. El Cartel de los Soles se ha constituido como una red que permite comprar la lealtad del ejército bolivariano en torno a Cabello y Maduro. No tiene un plan de desestabilización para derrocar al presidente norteamericano. El mismo criterio con el que se envían drogas a Europa lo tendrían para enviarla a Estados Unidos. Lo que importa es el dinero, no la ideología.
Las sanciones llevaron a que el gobierno norteamericano ofrezca sobre Maduro una recompensa superior a la que se ofrecía por Osama bin Laden. A pesar de esto, en julio, se habían logrado varios acuerdos con las autoridades chavistas, se consiguió que se dejaran libres diez norteamericanos que estaban presos por orden de Maduro, a cambio de la devolución de 250 inmigrantes que fueron sacados de Estados Unidos. La recompensa que pesa contra Maduro es de 50 millones de dólares. Según la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, el gobernante venezolano es “uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza a nuestra seguridad nacional”.
Otra de las acusaciones contra el gobierno venezolano es el control sobre el Tren de Aragua: esto no es exacto, desde 2023, el gobierno ha ejercido estricta vigilancia e intervención en la cárcel de Tocorón, donde empezó esta transnacional del crimen. No existe evidencia, además, de que el Tren de Aragua envíe tanta droga a Estados Unidos como para desestabilizarlo.
La fiscal Bondi ha usado afirmaciones tremendistas que indican que Maduro está usando a organizaciones como el Tren de Aragua, el Cartel de Sinaloa y el Cartel de los Soles. El 25 de julio, el Departamento de Estado calificó al Cartel de los Soles como una organización terrorista global. A pesar de la evidencia mostrada en Estados Unidos y que sí existen oficiales chavistas implicados en esta red de narcotráfico y corrupción, es difícil, según se ha demostrado, que pueda asociarse el Cartel de los Soles con un cartel del narcotráfico como el de Sinaloa.
Mientras tanto, en Venezuela, ya son decenas de miles los venezolanos que se han enlistado como milicianos para proteger a la patria de una posible invasión. El fuego de la guerra empieza a encender los escenarios.