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Informe «Lo que hemos ganado»





Las acciones de las Farc se redujeron en un 40%, luego de que estas declararan treguas unilaterales en distintos momentos del año 2014. Por otro lado  la guerrilla de las FARC se ha dedicado, desde finales del año 2013, al trabajo político, a reconstruir su base social y en general a preparase para el postconflicto. Incluso se podría decir que las FARC han comenzado a pensar en opinión pública y ahora sus acciones armadas son calculadas no únicamente desde el punto de vista militar.


Durante el año 2014, las Farc no interfirieron en las elecciones tratando de sabotearlas como era su costumbre.  Esto significó que la mayoría de los candidatos a cargos de elección popular,  lograron hacer campaña en zonas que son de presencia fuerte de las guerrillas, como la zona rural de Puerto Asís o en varias zonas rurales del Cauca.


Sus acciones bélicas se vieron reducidas al pasar de un total de  2003 acciones en el año 2013, a 1186 en el año 2014. De hecho se puede ver una tendencia al descenso desde el año 2012, año en el que se quiebra la tendencia de aumentó que se venía presentando da partir del  el año 2008.


Cabe anotar que a pesar que aunque a nivel general, las acciones armadas de las Farc se redujeron en un 40%, territorialmente hubo diferencias entre una región y otra. Por ejemplo, mientras en el Cauca, el frente 6 y la columna móvil Jacobo Arenas, redujeron drásticamente sus acciones, el Bloque Jorge Briceño, antiguo Bloque Oriental, que opera en el sur oriente del país, al igual que el  Bloque Alfonso Cano o antiguamente denominado Comando Conjunto de Occidente que opera en el sur oriente del país tuvieron  una alta intensidad operativa. Aun así, el nivel de desescalamiento en el país al día de hoy es bastante notorio.


ELN se reactiva


La Fundación Paz y Reconciliación pudo establecer un  crecimiento progresivo de las acciones, pdel Eln, presentándose en el 2014 un incremento del 43,21% en relación a las acciones realizadas el 2012 y del 14,89% con respecto al 2013. Esto se puede explicar por la intencionalidad de mostrar capacidad militar con el propósito de presionar el inicio de una negociación formal con el gobierno nacional y también como el resultado del reacomodamiento táctico iniciado por el ELN en el año 2009, luego de superar la confrontación con las FARC, lo que le permitió que estructuras que se encontraban inactivas como las del Chocó se reactivaran y ahora tengan mayores niveles de operatividad.


La segunda conclusión es el regreso a territorios donde no tenían operatividad desde los 90s. Zonas donde tuvieron una influencia importante en el pasado, pero de los cuales se replegaron luego de confrontaciones con otros grupos armados ilegales y/o con la fuerza pública. Este es el caso de algunas zonas de los departamentos de Caldas, Boyacá, Huila. El retorno a estos territorios se ha dado sin grandes acciones militares.


Retos Nacionales y Territoriales del Posconflicto


Los procesos de transición, ya sean de una dictadura a una democracia, o en el marco de una guerra civil, o de un conflicto de baja intensidad como el colombiano, han sido caracterizados por la academia desde diferentes ángulos analíticos. En todo caso, la mayoría de estas corrientes analíticas coinciden en cuatro grandes cosas.


Por un lado, se entiende el postconflicto como una etapa. Esta va desde el momento en que finaliza el conflicto armado interno y se avanza –si evoluciona favorablemente- hacia una etapa de “normalización”, la cual en sentido estricto debería permitir superar una serie de condiciones que en años anteriores sirvieron como factores detonantes de violencia. Esa “normalización” se medirá en transformaciones institucionales, en desarrollo social, en inclusión, en garantía para el ejercicio de los derechos, en reconciliación y en una nueva cultura política democrática.


La etapa del postconflicto se puede dividir en cuatro líneas de tiempo. En algunos momentos estas líneas se sobreponen unas con otras, pero es fundamental distinguirlas. La primera va desde el inicio de las negociaciones de paz hasta la firma de los acuerdos. Este periodo se concibe como de alistamiento, en donde el Estado debería preparar toda una estrategia de intervención para evitar la reaparición de nuevas olas de violencia y profundizar procesos de consolidación estatal.


La segunda línea tiempo va desde el anuncio de un cese al fuego bilateral, pasando por la firma de los acuerdos de paz para terminar con el proceso de refrendación, sea cual sea el mecanismo de apoyo popular que se utilice. Dicha etapa generalmente es corta. Incluso en algunos procesos de paz se realiza un cese bilateral y en otras no.  Pero es fundamental para ganar confianza en la población. Es prácticamente un periodo en que la sociedad comienza a apoyar el proceso y vive una serie de beneficios que se observan en los territorios. Igualmente este periodo corto de tiempo es fundamental para re-afianzar la confianza entre las partes que negocian y comenzar a aplicar el proceso de concentración de tropa y dejación de armas. La pedagogía para la paz es fundamental en este periodo, con el propósito de alcanzar una victoria contundente del proceso de refrendación, y un apoyo que permita comenzar a aplicar los acuerdos de paz.


En este punto el proceso de paz tiene dos retos, por un lado ganar el proceso de refrendación, pero no es suficiente cualquier victoria, la experiencia internacional muestra que se necesita ganar por mayorías importantes Pero además el reto no solo es ganar dicho proceso popular, lo cual es relativamente fácil, el reto fundamental, en un conflicto armado prolongado de baja intensidad como el colombiano, es lograr el apoyo popular necesario para aplicar los acuerdos de paz. Se debe evitar que las reformas que se comenzarían a aplicar con la firmas de los acuerdos terminen en una contrarreforma.


La tercera línea de tiempo va desde la firma de los acuerdos y hasta los siguientes 12 meses. Es lo que se conoce como el “Plan de choque”, el cual se basa en una serie de acciones institucionales que permiten crear confianza en la población, ganar legitimidad al Estado en diferentes territorios e impedir el desarrollo de factores que promuevan una nueva ola de violencia. Este plan de choque se le ha denominado por parte de la Fundación Paz y Reconciliación como las victorias tempranas para la paz. No se trata de las transformaciones estructurales a mediano y largo plazo, pero sí de la creación de condiciones que las prefiguren y contribuyan a la indispensable construcción de un clima de confianza nacional e internacional sobre el proceso. En otras palabras, es una acción comunicativa en la que, aún no habiéndose desarrollado las transformaciones estructurales de fondo, la población logra percibir que algo ha cambiado y, de esta manera, construye esa expectativa favorable que acrecienta la legitimidad del proceso.


Charles Tilly, muestra una serie de principios en los que se basa la democratización y tal vez uno de los más importantes lo expone como el paso del abandono de la coerción como mecanismo de relacionamiento entre el gobierno y un grupo de ciudadanos (redes de confianza excluidas), a la construcción de confianza y redes de apoyo públicas. Además añade que para construir estas redes de confianza  se debe caminar hacia 1. La disolución de las redes de confianza segregadas. 2. La integración de redes de confianza antes segregadas. 3. La creación de nuevas redes de confianza políticamente conectadas.


La última línea de tiempo va desde la firma de los acuerdos hasta los siguientes 10 años, que es el periodo que permitirá la normalización del país y de los territorios que sufrieron en las olas de violencia más intensas.


La segunda coincidencia de los académicos se refiere a la legitimidad. Por un lado, del apoyo popular a los acuerdos y a la aplicación de los mismos, entre ellos los temas de justicia transicional. En segundo lugar, del tipo de alianza que se establezca en las élites nacionales y regionales con respecto a la paz.  Para O`donell es fundamental el papel de las élites dentro de la viabilidad de los acuerdos de paz y el futuro del postconflicto, Incluso, para muchos autores es trascendental el papel de determinados grupos sociales. Por último, igualmente importante es el papel de la comunidad internacional y el apoyo que le den a lo acordado.


El tercer punto interesante en el que coinciden varios expertos en temas de transiciones se refiere a que el postconflicto no puede confundirse con la agenda de desarrollo del país. Así las cosas al proceso de paz y la aplicación de los acuerdos no se les puede pedir todo tipo de acciones institucionales o de infraestructura. Un proceso de paz derivado de un conflicto armado de algo más de 50 años puede tener dos objetivos. El primero es solucionar aquello que denominan las causas estructurales del conflicto.  Esta posición parte de la idea de que existen unas condiciones sociales, políticas y económicas que llevaron a que un segmento importante de la población decidiera empuñar las armas; y, mientras estas condiciones no cambien, será difícil llegar a un proceso de normalización democrática, siempre se estará sujeto a oleadas de violencia. Temas de participación política, acceso a la tierra, entre otras, son citados en estos casos.  El segundo objetivo de una negociación es buscar lo que podría denominarse el retorno al punto de partida, es decir, volver al punto en el cual arrancó la guerra, restaurar todo aquello que ocasionó el conflicto. El actual proceso de paz con la guerrilla de las FARC y el que se inicie con la guerrilla del ELN le apunta a una combinación de las dos, aunque es más cercano al segundo objetivo.


El último tema indispensable es que el postconflicto tiene o podría tener dos niveles de acción institucional y una institucionalidad transitoria. Statitas Kalivas, uno de los más importantes académicos que estudia las guerras civiles y los conflictos armados, ha llegado a una importante conclusión y es que generalmente las guerras civiles, los grandes movimiento sociales y olas de violencia que invaden un país, aunque podrían agruparse en algunos discursos o causas justificadoras a nivel nacional, en realidad obedecen a múltiples causas locales  o situaciones regionales, las cuales en un momento determinado confluyen en un gran movimiento nacional, tal vez el mejor ejemplo es la revolución China.


Así las cosas el posconflicto plantea numerosos retos. Unos son del nivel nacional y otros del nivel territorial. Unos de corto, otros de mediano y otros de largo plazo. Los temas nacionales son mayúsculos, van desde una gran estrategia de reconciliación nacional, hasta la lucha por mitigar los efectos de factores estructurales que promovieron la violencia. En todo caso, la violencia no se desarrolló homogéneamente en el territorio, y los factores estructurales y momentos que influyen en la violencia no son similares en la geografía nacional. Por ello el postconflicto también tiene unos retos territoriales.


Estos territorios específicos son transcendentales, ya que allí generalmente se reproduce la economía que creó la guerra. En los conflictos armados prolongados la guerra crea una economía de la cual sobrevive, y esta se desarrolla generalmente en los territorios excluidos, marginados y donde hicieron presencia los grupos armados ilegales. Cultivos de coca, minería criminal, redes de extorsión son solo un ejemplo. Estas economías de no controlarse traerían nuevas olas de violencia.


Además estos territorios no están conectados al mercado nacional; ausencia de vías de comunicación, inexistencia de sistemas de integración política y ausencia de infraestructura social los han constituido en una sociedad segregada y apartada. Allí no sólo se deben construir carreteras, acueductos etc., sino reconstruir la organización social y en otros casos ayudar a consolidar esta organización social. Por ello la necesidad de que el Estado responda rápidamente y construya lazos de confianza que permita integrar la población de estos territorios a la vida  nacional.


Además de lo anterior, los retos territoriales del postconflicto se explican por dos circunstancias adicionales. Por un lado, a diferencia de procesos de paz anteriores, los hombres y mujeres que salgan de los grupos guerrilleros no se dirigirán a las ciudades a estructurar y crear una nueva vida.   Los guerrilleros se quedarán y realizarán su reinserción en las zonas donde operaban. Esto, significa que al menos inicialmente las dinámicas de postconflicto no se vivirán en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla, sino en municipios de categoría seis como Puerto Asís, La Macarena en el Meta o San Vicente del Cagüán.


La segunda idea, es que a diferencia de los anteriores procesos de paz, la actual negociación con las guerrillas de las FARC y del ELN, tendrá una tercera fase, es decir, un período de aplicación de los acuerdos. En las anteriores negociaciones la tercera fase se circunscribía a algunos puestos laborales, como en el DAS,  dineros para reinserción y entrega de algunos bienes que ayudaran en dicha reinserción. Esta vez se pretende que la tercera fase logre instaurar la base para solucionar lo que se denominan causas estructurales del conflicto y por otro lado saldar una deuda histórica con grandes sectores poblacionales.


El equipo de investigación de la Fundación Paz y reconciliación luego de cerca de una década de investigación ha logrado establecer cuáles son los municipios donde se vivirán los retos territoriales del postconflicto. Se tomaron los municipios donde las guerrillas de las FARC y el ELN han hecho presencia en los últimos 30 años. Allí han desempeñado, con altibajos, una labor de regulación social.


Los datos muestran que son 281 los municipios del postconflicto, donde deberá hacerse un esfuerzo importante.

Descargar el informe completo aquí:



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